Durante estos tres años, lo que más le dolía no era el sufrimiento físico, sino el del alma. Siempre había creído que Daniela lo había abandonado.
Pero resultó que no era así.
—Entonces, ¿nunca estuviste con Mauro? —preguntó Nicolás.
Daniela rió:
—¿Acaso crees que estuve con él?
Nicolás asintió:
—Si no consideramos su carácter, Mauro realmente es una buena opción. Es guapo, es un joven rico y prometedor, y además tuvo un compromiso contigo. ¿Cómo iba a saber si te sentirías atraída hacia él?
Daniela notó los celos en sus palabras, así que le dijo a propósito:
—Ahora que el señor Duque lo menciona, Mauro realmente no está mal. Muchas herederas de la alta sociedad están locas por él, y yo con él...
En ese momento, Nicolás le tapó la boca con la mano:
—¡Daniela, no sigas hablando!
No la dejaba continuar. Daniela le quitó la mano. Sus ojos brillaban hermosos y cristalinos bajo la suave luz:
—No, ¡sí voy a hablar! Mauro la verdad no está mal, pero entre él y yo no hay ninguna historia. Es c