LIBRO 4 - RISAMi cabeza dolía como si estuviera a punto de estallar, colmada de voces que no sabía cómo acallar. Todos los lobos parecían hablar al mismo tiempo, incluidos los cachorros, que intercambiaban exclamaciones de miedo entre ellos.Avanzábamos hacia el norte por la huella tan rápido como podíamos, pero los caballos no podían galopar en aquel terreno, y sólo podíamos ir en fila al trote largo.Sólo podía rezar para que Bardo llegara lo antes posible a Rathcairn con nuestro pedido de ayuda y refuerzos.Detrás nuestro, Mael nos había alertado que varias amazonas nos perseguían. A partir de entonces, lo oía dar órdenes a sus primos y sus hermanos, que además hablaban entre ellos. Dugan y los hijos de Mendel también se hablaban. Corrían a largos saltos siguiendo a Mendel, que cabalgaba detrás de mí y Aine, cada uno de nosotros cargando un cachorro.Sabía que seguramente sólo escuchaban a aquéllos con quienes se comunicaban. Pero yo los escuchaba a todos, incapaz de aislarme, y aq
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