110. Solo nosotros
Emma avanzaba con una sonrisa radiante, cada paso medido con precisión. El vestido blanco inmaculado flotaba a su alrededor y, bajo las luces del club, las pequeñas alas de ángel en su espalda resplandecían, dándole un aire casi irreal.King iba a su lado, con una pajarita negra al cuello. Ninguno aceleró el paso, como si hubieran ensayado y entendieran la solemnidad del momento.Emma estaba allí, formando parte del momento que marcaría sus vidas. Isabella sintió un nudo en la garganta, su corazón latiendo con fuerza. Entonces, la niña levantó la mirada y le sonrió, iluminando su rostro. Un diente faltante rompía la perfección de su sonrisa, y aun así era lo más hermoso que Isabella había visto.—¡Bella! —exclamó Emma. En el último tramo aceleró sus pasos sin soltar la cajita de terciopelo con ambas manos.Cuando Emma llegó, Isabella se arrodilló, ignorando los flashes y murmullos.—Princesa... —susurró, acariciando su mejilla—. Extrañaba tanto verte.—Nathan dijo que era un secreto
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