El despertar de Rasen fue como emerger de un abismo infinito. Su cuerpo, aún agotado, parecía cargado con una energía extraña y pulsante que lo hacía sentir pesado, casi inmóvil. Su respiración era errática, y un dolor desconocido invadía su pecho. Cuando posó una mano sobre él, lo sintió: un latido ajeno, inhumano, como si su cuerpo hubiese aceptado un huésped que nunca pidió.Bajo su piel, las cadenas comenzaron a moverse, lentas, sinuosas, como si cobraran vida propia. La sensación de poder y vacío coexistía en su interior, confundiendo sus pensamientos.En su bolsillo, los fragmentos de una fotografía se apretaban bajo sus dedos temblorosos. Era una reliquia de lo que alguna vez fue: su padre y Evans, juntos en un tiempo que ahora parecía un eco distante.Una voz interrumpió el silencio, burlona y cargada de desprecio:—Mírate… el poseedor del segundo corazón. Pero no eres nada especial, aunque el Desterrado piense lo contrario.Desde las sombras, Noah emergió con una sonrisa torc
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