—Luciana… —insistió Alejandro, apretando la botella con más fuerza—. Ella vino sola. Aquí, el único apoyo que tiene soy yo.—Lo sé —dijo Luciana, asintiendo con un gesto serio—. Justo por eso, ve y pásasela. Ha estado llorando mucho y podría deshidratarse. No te preocupes por mí; yo tengo a mis amigos de mi lado —señaló a Vicente y Fernando con una ligera inclinación de cabeza—. Mira, todos están conmigo.Esbozó una pequeña sonrisa antes de urgirlo:—Anda, ve.Alejandro la miró unos segundos, guardando silencio, y al final se encaminó hacia Mónica. Luciana lo vio hablar con ella, luego quitar la tapa de la botella y ofrecérsela. Fue entonces que apartó la mirada con un movimiento casi imperceptible.Fernando, que había estado observándola, se le acercó.—¿Por qué lo haces? —susurró—. Si lo quieres, ¿para qué actuar como si lo empujaras a los brazos de otra persona?Luciana alzó la vista hacia él, con una sombra de resignación en el rostro.—Aunque no lo haga, de todas formas él va a ir
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