Todos los capítulos de El Amor del CEO Frío por la Chica de las Flores: Capítulo 71 - Capítulo 80
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POV de AdrianaEl sol comenzaba a teñir el horizonte de tonos dorados mientras Diego y yo nos alejábamos de la ciudad que había sido testigo de nuestros mayores desafíos. Nuestros dedos entrelazados simbolizaban la promesa de un futuro libre de sombras, al menos eso creíamos. Habíamos luchado contra el peso de nuestro pasado, vencido miedos y reconstruido nuestra confianza, pero la vida siempre guarda una carta inesperada bajo la manga.Nuestra llegada a la pequeña cabaña en la playa marcaba el inicio de nuestra nueva vida. Diego había insistido en que necesitábamos un lugar apartado, lejos del ruido, donde podríamos encontrarnos a nosotros mismos sin interferencias. Yo estaba de acuerdo. Por primera vez en mucho tiempo, respiré con tranquilidad, convencida de que la tormenta había quedado atrás. Sin embargo, la paz fue efímera.La primera noche en nuestro nuevo hogar, Diego encontró una carta escondida entre las pocas pertenencias que había traído de la casa de su infancia. El sobre a
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POV de AdrianaEl aire estaba cargado de tensión mientras Diego recorría la oficina con pasos rápidos y furiosos. Su rostro estaba ensombrecido por la preocupación, las manos crispadas en puños a los costados de su cuerpo. Yo me mantenía en silencio, observándolo desde el otro extremo de la habitación, esperando el momento adecuado para intervenir.—No puede ser —murmuró Diego, deteniéndose de golpe y girándose hacia mí—. Durante años, he creído que este negocio estaba perdido. Y ahora resulta que alguien lo ha estado utilizando en mi contra todo este tiempo.Frunci el ceño, tratando de ordenar la información en mi mente. La investigación había revelado que la empresa que Diego creyó cerrada por su padre hace años, en realidad había sido adquirida en secreto por un rival desconocido. No solo eso, sino que este misterioso oponente había estado saboteando las operaciones de Diego desde las sombras.—Diego, sé que estás enfadado —dije con voz serena, acercándome a él—. Pero necesitamos pe
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POV de DiegoLa sensación de que algo iba terriblemente mal se había convertido en un peso constante en mi pecho. Lo había ignorado al principio, convenciéndome de que la alianza era un mal necesario, que el riesgo valía la pena. Pero ahora, mientras revisaba los contratos una vez más y volvía a leer entre líneas, la verdad era innegable. Había caído en una trampa.—Maldición… —murmuré, arrojando los papeles sobre el escritorio.Adriana estaba en la puerta, observándome con esos ojos llenos de inteligencia y preocupación. No había querido que se involucrara demasiado en esto, pero la realidad era que ella ya estaba dentro, más de lo que me gustaba admitir.—Sabías que esto pasaría, ¿verdad? —pregunté sin mirarla, más una afirmación que una verdadera pregunta.—Lo sospechaba —respondió con cautela, entrando a la oficina—. ¿Qué encontraste?Respiré hondo y pasé una mano por mi cabello.—Nuestro ‘aliado’ ha estado jugando en ambos bandos. Nunca planeó ayudarnos realmente. Solo nos ha esta
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POV de DiegoEl reloj seguía corriendo, cada segundo que pasaba nos acercaba más al peligro. Diego y yo avanzábamos por las calles oscuras de la ciudad, cada giro de las ruedas del coche retumbando como un tambor en mi pecho. No teníamos margen para errores. Sabíamos que si no llegábamos a tiempo, el activo caería en las manos equivocadas, y todo por lo que habíamos luchado se desmoronaría.Diego conducía con la mandíbula tensa, la mirada fija en la carretera como si pudiera obligar al tiempo a ir más lento con la pura fuerza de su voluntad. Yo, por mi parte, revisaba la información en mi teléfono, asegurándome de que cada detalle del plan estuviera en su lugar.—Nos quedan diez minutos antes de que hagan la transferencia —dije, sintiendo mi propia voz temblar un poco.Diego no respondió de inmediato, pero vi cómo sus dedos se cerraron con más fuerza alrededor del volante.—No vamos a dejar que eso pase —murmuró.Sabía que esto no era solo una cuestión de dinero o poder para él. Era su
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POV de AdrianaAsumir un papel de liderazgo en la fundación fue un cambio que no había previsto, pero que me llenó de un propósito que nunca antes había sentido. Lo que comenzó como una causa en la que Diego y yo nos involucramos juntos pronto se convirtió en mi pasión personal. Me despertaba cada mañana con la determinación de hacer crecer el proyecto, de ayudar a más personas, de demostrar que no nos doblegaríamos ante las amenazas.Cada día traía consigo nuevos desafíos, desde negociaciones con posibles aliados hasta la supervisión de programas para familias necesitadas. Me sumergí en el trabajo con un fervor que no había experimentado antes, y con cada pequeña victoria, me sentía más segura de que estaba en el camino correcto.Pero Diego no lo veía de la misma manera.Al principio, pensé que simplemente estaba preocupado por mi seguridad. Después de todo, habíamos recibido múltiples amenazas desde que anunciamos nuestros planes para la fundación. Pero pronto me di cuenta de que hab
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POV de AdrianaEl miedo se había convertido en una sombra persistente, envolviendo cada rincón de mi mente. Desde que descubrimos la traición de Esteban, una sensación de peligro latente no nos dejaba en paz. No era solo el hecho de que alguien intentara sabotear la fundación, sino que ahora sabíamos que este enemigo estaba dispuesto a amenazar vidas para lograr su cometido.Diego y yo habíamos pasado toda la noche tratando de descifrar nuestro siguiente movimiento. Sabíamos que si queríamos proteger la fundación y a las personas que dependían de ella, no podíamos actuar impulsivamente. Teníamos que ser estratégicos.Me encontré observando a Diego mientras él revisaba unos documentos en la mesa de la sala. Su ceño estaba fruncido, sus ojos oscuros fijos en los números y las transacciones bancarias que habíamos rastreado. Se veía tenso, más de lo normal.—No hemos dormido nada —murmuré, rompiendo el silencio.Diego no levantó la vista.—No podemos permitirnos descansar ahora, Adriana. S
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POV de DiegoEl viento de la noche soplaba con fuerza cuando Adriana y yo entramos en la sala de reuniones. No estábamos solos. Alrededor de la larga mesa de caoba, nuestros adversarios y aliados circunstanciales esperaban, sus miradas llenas de recelo y expectación.Habíamos llegado hasta este punto después de meses de traiciones, amenazas y luchas constantes. Pero ahora, con la conspiración expuesta y nuestros enemigos debilitados, era el momento de decidir nuestro próximo movimiento.Me giré hacia Adriana. Su expresión era firme, su postura relajada, pero su mirada lo decía todo: estábamos juntos en esto.Tomé aire antes de hablar.—Estamos aquí porque todos hemos perdido algo en esta guerra —dije, dejando que mis palabras calaran en la sala—. Pero no podemos seguir destruyéndonos mutuamente. Ha llegado el momento de una tregua.Los murmullos comenzaron al instante. Algunos se inclinaron hacia adelante, interesados, mientras que otros cruzaron los brazos con escepticismo.Uno de mis
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POV de AdrianaCuando Diego regresó a casa después de su reunión con Esteban, supe que algo en él había cambiado. Caminaba con la espalda recta, la mandíbula tensa, y aunque intentaba ocultarlo, sus ojos reflejaban un torbellino de pensamientos.Esperé a que se quitara la chaqueta y se sirviera un vaso de whisky antes de hablar.—¿Cómo salió?Suspiró y se dejó caer en el sofá.—No confío en él. Pero sabe que está atrapado.Me senté a su lado, tomando su mano entre las mías.—Entonces, ¿crees que aceptará el trato?Diego giró su vaso lentamente entre los dedos.—Si tiene algo de sentido común, sí. Pero Esteban nunca ha sido alguien que acepte la derrota fácilmente.Sabía que tenía razón. Esteban no era el tipo de persona que se retiraba sin luchar. Habíamos logrado ponerlo contra la pared, pero eso solo significaba que intentaría algo desesperado.—No podemos relajarnos todavía —dije en voz baja—. Hay que prepararnos para lo peor.Diego asintió y apretó mi mano con fuerza.—Siempre lo h
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POV de AdrianaEl olor a humo ya no estaba en el aire, pero aún lo sentía dentro de mí, pegado a la piel, incrustado en cada recuerdo. Habían pasado semanas desde el incendio, desde la noche en que las llamas se llevaron más que madera y concreto. Se llevaron sueños, hogares, y en algunos casos... personas.Hoy decidí enfrentar lo que había estado posponiendo: visitar personalmente a las familias afectadas. Podía seguir enviando víveres, psicólogos, voluntarios, todo lo que fuera necesario, pero había una deuda más profunda, una herida abierta que solo podía intentar sanar dando la cara.La primera casa—bueno, carpa—estaba ubicada en el extremo del campamento provisional. Unas lonas verdes, sucias por la lluvia y el polvo, apenas lograban mantener el calor adentro. Toqué suavemente el marco improvisado de madera, anunciándome.—¿Señora Bustamante? —pregunté con voz firme, pero cálida.Una mujer de rostro enjuto y mirada hundida apareció desde el interior. Al verme, su expresión cambió.
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80
POV de ADRIANALa mañana comenzaba a despuntar en el horizonte, iluminando con suavidad las montañas cercanas. El aire fresco de la madrugada entraba por la ventana, pero yo no podía evitar sentir un peso en el pecho. Era un día como cualquier otro, pero para mí, cada día se sentía diferente. Estaba en un punto de mi vida en el que todo parecía estar a punto de cambiar, pero no estaba segura si eso era algo bueno.Me senté en la ventana de mi habitación, mirando la ciudad que se despertaba lentamente. La calma de las primeras horas me proporcionaba una sensación de paz, algo que había estado buscando durante mucho tiempo. Solía sentirme en control de mi vida, pero todo eso había cambiado en los últimos meses. El desastre, la tragedia, los recuerdos de lo que perdí… todo eso me había dejado una marca profunda.—Es solo un mal sueño, Adriana —me decía a mí misma, pero ni yo misma me lo creía.Había sido una mujer pragmática, siempre enfocada en mis estudios, en mi carrera, en mantener mi
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