POV de Adriana
El sol comenzaba a teñir el horizonte de tonos dorados mientras Diego y yo nos alejábamos de la ciudad que había sido testigo de nuestros mayores desafíos. Nuestros dedos entrelazados simbolizaban la promesa de un futuro libre de sombras, al menos eso creíamos. Habíamos luchado contra el peso de nuestro pasado, vencido miedos y reconstruido nuestra confianza, pero la vida siempre guarda una carta inesperada bajo la manga.
Nuestra llegada a la pequeña cabaña en la playa marcaba el inicio de nuestra nueva vida. Diego había insistido en que necesitábamos un lugar apartado, lejos del ruido, donde podríamos encontrarnos a nosotros mismos sin interferencias. Yo estaba de acuerdo. Por primera vez en mucho tiempo, respiré con tranquilidad, convencida de que la tormenta había quedado atrás. Sin embargo, la paz fue efímera.
La primera noche en nuestro nuevo hogar, Diego encontró una carta escondida entre las pocas pertenencias que había traído de la casa de su infancia. El sobre a