POV de DiegoEl sonido de la risa de Adriana me llegó antes de verla. Era ligera, burbujeante, una melodía que extrañaba más de lo que me había dado cuenta. De pie en el umbral de nuestra casa, me encontré momentáneamente congelado, observándola desde la distancia mientras hablaba animadamente con Sofía. El peso sobre mis hombros—el agotamiento de las últimas semanas—se desvaneció por un instante al verla.Entonces, se giró, sus profundos ojos marrones encontraron los míos, y todo lo demás desapareció. Ahí estaba ella, después de semanas separados, luchando nuestras propias batallas. Sin pensarlo dos veces, crucé el espacio entre nosotros y la atrapé en mis brazos. Se sentía cálida, familiar. Hogar."Te extrañé," murmuré contra su cabello, inhalando el aroma de vainilla y algo que era únicamente Adriana.Se apartó lo suficiente para mirarme, sus manos descansando sobre mi pecho. "Estás aquí," susurró, como si necesitara confirmar que era real."Estoy aquí," le aseguré, presionando un
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