Todos os capítulos do El Amor del CEO Frío por la Chica de las Flores: Capítulo 91 - Capítulo 100
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POV de DIEGONo dormí en toda la noche.La imagen de Adriana alejándose, sus palabras clavadas como espinas en mi pecho, me perseguía con los ojos cerrados y también abiertos. Me dijo que me amaba, pero no iba a esperarme eternamente. Y tenía razón.La había alejado. Otra vez. Siempre hacía lo mismo. En vez de aferrarme, me soltaba. Como si perderla me doliera menos que fallarle.Pero no era verdad. Perderla me estaba matando.Al día siguiente, en clase, todo me parecía un mal chiste. Los profesores hablaban y yo solo escuchaba mi cabeza repitiendo una y otra vez:"Ya me estás haciendo daño."Al salir del aula, vi a Adriana caminando con Ana. Iban riendo, pero en cuanto me vio, su sonrisa desapareció.No me acerqué. No sabía si tenía el derecho.Pero ella lo hizo.—¿Podemos hablar? —me dijo, seria.Asentí.Fuimos a un rincón del campus, junto a los árboles, donde siempre íbamos cuando queríamos escapar del ruido.—Dime la verdad, Diego. ¿Me sigues amando o solo tienes miedo de estar so
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POV de DIegoLa lluvia golpeaba los ventanales como si quisiera entrar a desgarrar la calma falsa que reinaba en la sala. Pero dentro de mí, no había calma. Solo un torbellino de emociones sin nombre que me arrancaban el aire del pecho cada vez que pensaba en ella. En Adriana.Llevaba horas caminando en círculos, con el teléfono en la mano. La conversación con su madre seguía repitiéndose en mi mente, como un eco maldito que no podía callar.“Aléjate de mi hija, Diego. No quiero que te acerques a ella otra vez. Ella no necesita a alguien como tú.”Esas palabras no solo me dolieron, me destrozaron. Porque por más que intentara convencerme de que no tenían razón… una parte de mí sabía que sí. Que tal vez yo sí era un peligro para ella.Pero rendirme no era una opción.Agarré mi chaqueta y salí bajo la lluvia. No me importaba mojarme. Lo único que importaba era verla. Hablar con ella. Necesitaba saber si todo esto había sido idea de su madre… o si ella también quería que me alejara.**La
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POV de Adrianaiego, como siempre, rondaba mis pensamientos, pero hoy había algo diferente, algo que no podía ignorar. Las palabras de mi madre seguían resonando en mi cabeza."Él no es el tipo de hombre que te ayudará a alcanzar tus sueños."Las palabras de mi madre me dolían. Siempre había querido lo mejor para mí, eso lo sabía, pero ¿por qué no podía entender lo que sentía? ¿Por qué no podía ver lo que Diego significaba para mí? Había pasado tanto tiempo luchando contra mis propios deseos y las expectativas de mi familia, pero en cuanto a Diego, algo dentro de mí no podía rendirse.Decidí salir a dar una vuelta. Necesitaba despejar mi mente y encontrar una respuesta, aunque sabía que no sería tan fácil. Mientras caminaba por las calles de la ciudad, el ruido del tráfico y las voces de la gente me envolvían, pero algo seguía faltando. No podía dejar de pensar en lo que Diego había dicho la última vez que nos vimos. Las palabras de despedida, esas que nunca quería escuchar, seguían at
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POV de DIEGODesde que Adriana había entrado en mi vida, todo parecía un torbellino. No era solo su belleza lo que me atraía, sino la intensidad con la que vivía, la forma en que cada palabra que pronunciaba parecía destilar verdades que no me atrevía a enfrentar. Ella me estaba cambiando, y lo peor de todo era que no sabía si estaba dispuesto a ceder el control. No sabía si la quería o si estaba perdiendo mi capacidad de pensar racionalmente.Pero no podía negarlo: me estaba volviendo loco.Ayer, en esa conversación, había quedado claro que Adriana estaba luchando con lo mismo que yo: la necesidad de seguir sus propios deseos frente a las expectativas de su familia. Había momentos en los que la veía, y la veía claramente, como si pudiera leer todos sus pensamientos, pero a la vez, sentía que había una barrera invisible entre nosotros. Algo me decía que ella no era tan libre como parecía, y no solo porque la observaba a través de los ojos del amor. Había algo más, algo más profundo.El
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POV de AdrianaMe desperté con el corazón latiendo rápido, como si algo estuviera por desmoronarse. Las palabras de Diego seguían repitiéndose en mi mente como un eco incontrolable: "No se trata solo de ti, se trata de mí también, de lo que soy capaz de hacer por ti."No pude dormir bien esa noche. Estuve dando vueltas en la cama, pensando en su voz, en su rostro, en cómo sus ojos me miraban con una mezcla de amor y desesperación. Sabía que él tenía razón. Lo sabía desde hace días, pero aceptar lo que sentía implicaba traicionar todo lo que me habían enseñado.—Adriana, ¿vas a bajar a desayunar? —preguntó mi madre, golpeando suavemente la puerta.—Ahora bajo, mamá —respondí, forzando la voz para sonar normal. En realidad, no tenía apetito.Me levanté y me miré al espejo. Tenía los ojos hinchados y la piel pálida. Me sentía como un fantasma habitando un cuerpo que ya no sabía a dónde pertenecía. Me puse una chaqueta sobre la camiseta y recogí el cabello en una coleta desordenada.Cuando
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POV de DiegoA veces uno sabe que algo está por romperse antes de que pase. Lo siente en el estómago, en los silencios, en la forma en que alguien te mira y luego baja la mirada. Eso fue lo que sentí cuando vi a Adriana esa mañana, sentada en la orilla de mi cama, con el rostro perdido entre sus manos.—¿Dormiste algo? —pregunté, acercándome despacio, como si cualquier movimiento brusco pudiera hacerla desaparecer.—No —murmuró—. Pensé que después de lo de ayer me sentiría más fuerte. Pero solo tengo miedo, Diego.Me senté a su lado. Le tomé la mano.—Es normal. Has roto con todo lo que conocías. Pero no estás sola.Me miró con esos ojos llenos de duda y amor al mismo tiempo. Quería decirle que todo estaría bien, pero no soy idiota. No le iba a mentir. Nada estaba bien. No mientras su familia quisiera destrozarnos.—Mi padre mandó a alguien anoche —confesó, bajando la voz—. Un amigo suyo del partido. Quería que regresara a casa, que “dejara de avergonzarlos”. Me dijo que aún podía limp
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POV de AdrianaPero sí existía.Y me estaba esperando.Encendí el celular y vi notificaciones por cientos. Mensajes de desconocidos. De antiguos compañeros del colegio. De periodistas. De gente que jamás imaginé que vería mi rostro y mi historia.Algunas eran palabras de aliento, otras... puro veneno.“Traidora.”“Vergüenza familiar.”“Otra niña rica jugando a ser rebelde.”Tragué saliva.No era que me importara lo que dijeran de mí. Lo que dolía era la sensación de que todos creían conocerme, juzgarme, escribir mi historia con tinta que no me pertenecía.Diego se removió a mi lado, con el cabello enredado y los ojos aún soñolientos.—¿Ya estás despierta? —murmuró, estirando la mano hacia mí.—Hace rato. El video se hizo viral.—¿Y cómo te sientes con eso?—Como si el mundo entero estuviera gritándome al oído.Diego se incorporó, frotándose la cara.—Lo único que importa es cómo te ves tú. No cómo te ve el resto.Quería creerle. Pero el timbre sonó y, con él, mi corazón se encogió.—¿E
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POV de AdrianaCreí que después de publicar el video, después de recibir la visita inesperada de mi madre, después de la carta que nunca tuvo respuesta, las cosas finalmente empezarían a calmarse. Pero no fue así. No del todo. Lo que viene después de alzar la voz no es silencio. Es eco. Ruido. Repercusiones.Y algunas llegan disfrazadas de oportunidades.—¿Una entrevista? —repetí, sin ocultar mi sorpresa.Diego, sentado frente a mí, frunció el ceño.—¿De quién?—Un programa de televisión. De los que se transmiten en horario estelar. Quieren que cuente mi historia.—¿Por qué ahora?—Dicen que están haciendo una serie de reportajes sobre los jóvenes que se rebelan contra las élites. Les pareció “inspirador”.Diego se pasó la mano por el cabello. No dijo nada de inmediato. Lo conocía demasiado bien como para pensar que su silencio era aprobación.—¿Tú quieres hacerlo?Me mordí el labio inferior.—No lo sé. Parte de mí quiere. Quiero seguir hablando. Usar lo que pasó para algo más grande.
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POV de DiegoCuando Adriana salió esa tarde para ver a su padre, sentí algo extraño. Como si el aire se congelara en mi pecho. La había visto enfrentarse a cosas peores, pero esta vez era distinto. Esta vez iba a cerrar un círculo… o abrir una herida más profunda.Y no podía acompañarla.Me quedé en el departamento, sentado en el borde del sofá, mirando la puerta como si al observarla fijamente pudiera protegerla. Era absurdo. Pero era lo único que podía hacer.Saqué mi cuaderno y comencé a escribir. Cuando no puedo hablar con nadie, le hablo al papel.Adriana es una tormenta y un faro al mismo tiempo. Nunca pensé que amaría a alguien que me hace cuestionar todo lo que soy, pero con ella todo es real. Aterradoramente real.Suspiré. Cerré el cuaderno. Me levanté. Caminé. Me senté de nuevo.Y entonces el celular vibró.Un mensaje de ella:“Estoy bien. Ahora vuelvo.”Tres palabras. Bastaron para que mis pulmones volvieran a llenarse.Cuando regresó, no dijo nada al principio. Entró, dejó
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Chapter 101
POV de AdrianaNunca creí que me acostumbraría a las victorias. A veces llegan tan silenciosas que parece que uno se las está inventando. Pero esta… esta fue real. Cuando recibí el correo de la universidad, me quedé mirándolo durante minutos, sin moverme.“Hemos decidido no solo mantener su beca, sino extenderla hasta el final de la carrera.”La frase estaba ahí, negra sobre blanco. Irrefutable.—Diego —llamé sin pensar, como si decir su nombre fuera mi primer instinto de supervivencia—. Vení. Rápido.Él apareció desde el pasillo, con una toalla en la cabeza, recién salido de la ducha. Su expresión pasó del desconcierto a la ansiedad, y luego al alivio cuando leyó el mensaje.—¡Ganaste! —exclamó, alzándome en brazos.—Ganamos —lo corregí entre risas.Lo abracé como si ese abrazo fuera lo único capaz de anclarme a la realidad. Porque sí, había ganado. Habíamos ganado. Pero dentro de mí, una parte seguía en guardia. ¿Qué seguía ahora?La noticia corrió como pólvora. Algunos profesores me
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