POV de DiegoCuando Adriana salió esa tarde para ver a su padre, sentí algo extraño. Como si el aire se congelara en mi pecho. La había visto enfrentarse a cosas peores, pero esta vez era distinto. Esta vez iba a cerrar un círculo… o abrir una herida más profunda.Y no podía acompañarla.Me quedé en el departamento, sentado en el borde del sofá, mirando la puerta como si al observarla fijamente pudiera protegerla. Era absurdo. Pero era lo único que podía hacer.Saqué mi cuaderno y comencé a escribir. Cuando no puedo hablar con nadie, le hablo al papel.Adriana es una tormenta y un faro al mismo tiempo. Nunca pensé que amaría a alguien que me hace cuestionar todo lo que soy, pero con ella todo es real. Aterradoramente real.Suspiré. Cerré el cuaderno. Me levanté. Caminé. Me senté de nuevo.Y entonces el celular vibró.Un mensaje de ella:“Estoy bien. Ahora vuelvo.”Tres palabras. Bastaron para que mis pulmones volvieran a llenarse.Cuando regresó, no dijo nada al principio. Entró, dejó
POV de AdrianaNunca creí que me acostumbraría a las victorias. A veces llegan tan silenciosas que parece que uno se las está inventando. Pero esta… esta fue real. Cuando recibí el correo de la universidad, me quedé mirándolo durante minutos, sin moverme.“Hemos decidido no solo mantener su beca, sino extenderla hasta el final de la carrera.”La frase estaba ahí, negra sobre blanco. Irrefutable.—Diego —llamé sin pensar, como si decir su nombre fuera mi primer instinto de supervivencia—. Vení. Rápido.Él apareció desde el pasillo, con una toalla en la cabeza, recién salido de la ducha. Su expresión pasó del desconcierto a la ansiedad, y luego al alivio cuando leyó el mensaje.—¡Ganaste! —exclamó, alzándome en brazos.—Ganamos —lo corregí entre risas.Lo abracé como si ese abrazo fuera lo único capaz de anclarme a la realidad. Porque sí, había ganado. Habíamos ganado. Pero dentro de mí, una parte seguía en guardia. ¿Qué seguía ahora?La noticia corrió como pólvora. Algunos profesores me
POV de DiegoMis manos estaban temblando ligeramente mientras ajustaba el volante del coche, conduciendo a través de las calles vacías en dirección a la casa. La noche estaba oscura, solo iluminada por las luces tenues que salían de los postes en la carretera. Lo único que podía pensar era en Adriana. No podía sacarla de mi mente, no importaba cuánto intentara.Sabía que algo había cambiado entre nosotros. Algo que no podía dejar de sentir, una tensión en el aire que nunca había estado allí antes. Pero al mismo tiempo, esa misma tensión me asfixiaba. ¿Qué significaba todo esto?Mis pensamientos eran un caos, y cuando llegué frente a su casa, no pude evitar detenerme por un momento. Podía sentir mi corazón acelerado, palpitando contra mi pecho, mientras miraba la ventana de su habitación. ¿Estaría ella ahí, esperando? ¿O estaba fuera, con alguien más?Me bajé del coche con prisa, sin darle tiempo a mis pensamientos para seguir controlando mi mente. No podía perder más tiempo. Adriana te
POV de DiegoMe acerqué a Adriana, mirándola sin ninguna pizca de compasión. Sus manos temblaban en su regazo, y sabía que estaba intentando contener sollozos más fuertes. Pero las lágrimas seguían cayendo, una por una, humedeciendo sus mejillas ya enrojecidas.“¿Sabes por qué estoy tan enojado?” le pregunté con un tono más bajo pero igual de cortante. “Porque creí que eras lo suficientemente inteligente como para no caer en una trampa tan estúpida como esta. Pero estaba equivocado.”Adriana seguía sin mirarme, solo bajando la cabeza como una niña recién regañada por sus padres. Pero no tenía tiempo para este tipo de dramas.“¿De verdad crees que él quería ayudarte? Peter no es solo mi rival en los negocios; es alguien que nos destruirá sin pensarlo dos veces. ¡Y le diste todo lo que necesitaba con tus acciones tontas y ingenuas!” gruñí, intentando resistir la urgencia de golpear algo.“Diego...” su voz era casi un susurro. “De verdad no quería empeorar las cosas. Solo... solo quería
POV de AdrianaEstaba de pie en el centro de mi pequeño apartamento, sujetando mi teléfono con fuerza mientras las palabras de Diego resonaban en mis oídos. Su voz había sido tranquila, casi demasiado tranquila, pero yo sabía mejor. Bajo esa fachada de control se estaba gestando una tormenta, una que inevitablemente me atraparía. Diego no era un hombre que hacía llamadas casuales; él operaba con precisión, cada palabra un movimiento calculado.No tenía el lujo de ignorarlo. Las facturas de medicamentos de mi madre se acumulaban, y mi hermano necesitaba útiles escolares nuevos. El dinero de Diego no era solo una conveniencia, era sobrevivencia.Deslicé mi teléfono en mi bolso, tomé mi abrigo y salí por la puerta. El camino hacia la estación de tren más cercana fue rápido, el viento frío mordiendo mi rostro. Me ajusté la bufanda alrededor del cuello, tratando de sacudirme la inquietud que se enroscaba en mi estómago. Diego nunca me llamaba a su oficina sin una razón, y su comportamiento
POV de AdrianaSalí al frío de la tarde, mi mente dando vueltas como si estuviera atrapada en un vórtice. Las palabras de Diego seguían resonando en mis oídos, "Cásate conmigo." La crudeza de su voz, la intensidad en su mirada… era demasiado para procesar. Mis tacones resonaban contra el pavimento mientras caminaba sin rumbo, tratando de encontrar sentido a las emociones que giraban dentro de mí.Esta no era la vida que había imaginado. Mis días se suponían simples: trabajar, cuidar de mi madre y mi hermano, y mantener nuestro frágil mundo funcionando. Diego había alterado todo eso, su mundo de poder y caos chocando con mi existencia humilde.Me encontré en un pequeño parque a unas cuadras de distancia. Las débiles luces de las farolas proyectaban largas sombras sobre los bancos vacíos. Sentándome, me envolví en mi abrigo, buscando algo de consuelo. Mi teléfono vibró en mi bolsillo, sacándome de mis pensamientos.Era un mensaje de mi hermano:"¡Adriana, no olvides mis libros para maña
POV de DiegoEl sol se estaba poniendo en el horizonte, bañando la ciudad con un resplandor anaranjado mientras me apoyaba en las grandes ventanas de mi oficina. La vista era impresionante, pero mi mente estaba en otro lugar, atrapada en Adriana y la conversación que habíamos tenido esa mañana.Ella se había quedado en mi oficina, dudando como si estuviera evaluando mi reacción.“Voy a ir a la boda del amigo de Jose este fin de semana,” había dicho, con un tono medido. “Él me pidió que lo acompañara hace semanas, y dije que sí antes de…”Antes de que tú lo cambiaras todo. No lo dijo, pero pude escucharlo en el silencio que siguió. Hice un gesto despreocupado, forzando una expresión neutral a pesar de la tormenta que se estaba gestando dentro de mí.“Por supuesto. Ve.”Se había marchado poco después, y no la había visto desde entonces.Ahora, horas más tarde, la idea de que estuviera con Jose en una boda me carcomía. Los celos eran algo lento, insidioso, que se enroscaba firmemente en
POV de AdrianaEl cielo era un interminable lienzo de gris, un telón de fondo adecuado para la tristeza que parecía filtrarse desde cada rincón del cementerio. Mis tacones se hundieron ligeramente en el césped húmedo mientras me dirigía hacia el pequeño grupo reunido cerca de la tumba recién cavada.Diego estaba apartado, sus anchos hombros rígidos, su mandíbula marcada por una línea dura. Su dolor era palpable, incluso desde la distancia. Esta era la primera vez que lo veía desde nuestra última discusión, y aunque sabía que debía mantenerme alejada, algo me obligó a estar aquí.El servicio fúnebre fue breve pero cargado de emoción. Me quedé en la parte de atrás, observando cómo Diego colocaba una sola rosa blanca sobre el ataúd. Su expresión no traicionaba su tormento interno, pero lo conocía demasiado bien. Su dolor era una tormenta que se gestaba justo bajo la superficie.Cuando la multitud comenzó a dispersarse, me di la vuelta para irme, pero una voz me detuvo en seco.“Adriana.”