—Señora, el presidente del Grupo Cabello está abajo, quiere verla.Marina apretó los labios, algo confundida. ¿Qué querría Matías de ella?—Que suba, por favor.Fernando obedeció y bajó a recibir a Matías.Unos minutos después, Matías entró en la oficina de Marina.Ella lo miró de arriba a abajo, con cara seria, y dijo:—Siéntese, señor Matías.Matías, sin dar demasiadas vueltas, se dejó caer pesadamente en el sofá y, directo al grano, comenzó:—Marina, anoche, a medianoche, Luna fue ingresada en urgencias.Marina siguió concentrada escribiendo en su teclado, pero en cuanto escuchó esas palabras, ya intuía a donde iba todo.Con tranquilidad, se recostó en la silla y, sin que su rostro cambiara en lo absoluto, le respondió:—¿Y? No soy médica, ¿qué esperas que haga con esa información?Matías la miró, claramente frustrado, y su tono se hizo aún más severo.—¿No te parece que estás siendo un poco fría? Mi familia ha estado años tratando de contactarte, gastando tiempo, dinero y energía e
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