«Podía recordarlo todo muy bien. Él estaba de pie ante el altar, con los nervios consumiéndolo, y una ilusión en su corazón. Ese día, la mujer que adoraba sería suya; Abigail Alwyn sería su esposa ante Dios y ante la ley. De pronto, las campanas resonaron, la puerta se abrió y sonó la marcha nupcial. Denver miró a su abuelo y sonrió, pero su sonrisa se volvió dudosa, al ver que era Vania quien entraba. Caminó, levantando su largo vestido para llegar más rápido a él. —Ella no vendrá, Denver, esta es su última carta. Denver sintió un dolor que golpeaba su corazón, tomó la carta en sus manos temblorosas. La abrió con rapidez y leyó. «No te amo, Denver, nunca te amé. No sé nada sobre este juego, pero no puedo casarme con alguien a quien no amo. Si quieres llamarme una traidora, infiel, o lo que sea, puedes hacerlo, pero el amor no miente, el amor no es sacrificio. Amo a Matty, él y yo escaparemos, vamos a lograr nuestro amor, así que, si tienes dignidad, olvídate de mí, busca
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