Capítulo 114. Cuando las máscaras ya no cubren
Victoria apretó los puños, estaba furiosa, fuera de sí, a ese degenerado del Alacrán lo mataría ella con sus propias manos. Había secuestrado una niña, Stefan la escucharía, ella no permitiría eso en su casa. —No te preocupes mi amor, que pronto estarás con tus padres, mientras tanto yo te cuidaré. ¿Confías en mí? La niña le hizo señas para que se acercara. —El señor que me trajo dijo que era mi abuelito, pero él no me gusta, le tengo miedo —los ojos de la niña se llenaron de lágrimas y Victoria se quitó el antifaz y la abrazó. Victoria acarició su cabello, admiraba la valentía de la niña, sabía que no debía objetar, pero se mostraba tranquila. —Te prometo que él no te hará daño. ¿Me crees? La niña afirmó lentamente con la cabeza sin dejar de mirarla. Victoria se vio a ella misma reflejada en esta pequeña, metida en problemas, a merced de gente que no conocía, arrancada de sus seres queridos, pero aun así con valentía enfrenta con buena disposición lo que venga
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