84. Soy infértil
El primer aliento que Aria tomó fue como fuego líquido ardiendo dentro de su garganta, tuvo que gritar casi haciendo gárgaras porque se atragantó con su propia saliva caliente. Despertó de golpe, jadeando, como si hubiera estado sumergida en un lago oscuro por días, se sentía sucia, impura. Tenía la sensación de que el cuerpo no era suyo y al mismo tiempo como si sus extremidades estuvieran recién despertadas después de mucho tiempo.«¿Por qué...?», se preguntaba, pero entonces escucho ruido en el lugar, como unos pies arrastrándose.Sus ojos, aún nublados, buscaron algo, alguien, pero la claridad no llegó de inmediato. Solo luz tenue, olor a incienso sagrado… y murmullos que no alcanzaba a comprender. Poco a poco, comenzó a recuperar la vista, la tela que tenía en ellos se disipó. Entonces se dió cuenta que estaba en el templo central de la manada de Fuego, donde se sanaban los guerreros. A su alrededor, los rostros rígidos de los lobos de confianza de su pareja. Y al frente, con
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