30. La ciudadela secreta
Con el corazón latiendo ansioso, ambas lobas siguieron al Alfa Tauriel por el bosque. El sol entraba a raudales entre las ramas, iluminando su camino. Se estaban adentro cada vez más, por lo tanto los árboles también se espesaron. Cuando menos se dió cuenta, tuvieron que usar faroles para seguir viendo su camino. Bueno, más concretamente: Dayleen.No tener a su loba completa, significaba que su vista no se adaptaba a la oscuridad. Y ella tampoco tenía un nombre, no mientras estuviera semi-despierta. Por eso dormía tanto, se la pasaba cansada. Le dolía saber que por su culpa, por su debilidad, ella no podía disfrutar del todo tampoco.Entonces llegaron hasta la pared de una caverna. Alzó la cejas, volteando a ver si había otro lugar a donde ir; pero no, el Alfa se paró directamente frente a la pared, la cual estaba cubierta de un montón de enredaderas y ramas.—Esto... ¿Hay algo que debamos hacer o...? —empezó a decir ella para romper el silencio, pero él alzó una mano en el aire para
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