75. Fumata
Al llegar a la casa de Chitsen, todos descendemos del auto, excepto Marco, quien da la vuelta en el vehículo y se aleja conduciendo por la misma calle por la que llegamos.—Permítame ayudarle con los maletines.—Gracias, Sebastián. —Le entrego ambas maletas.Caminamos hacia la entrada, y me detengo frente a la puerta, dando tres firmes toques. A los pocos segundos, se escuchan los sonidos de cerraduras siendo descorridas desde el interior. La puerta se abre, revelando el rostro pálido de una mujer que reconozco al instante. Su ondulada cabellera oscura me trae recuerdos amargos: yo misma la arrastré por el bar de una discoteca.—¡Perra malparida! —Bárbara exclama con furia, agarrándome del cabello y tirándome hacia adentro con violentos jalones—. ¡Hoy te mato!—¡Bárbara, cálmate, por favor! —suplico, pero mis palabras caen en oídos sordos. Bárbara me jala con más fuerza, obligándome a arrodillarme frente a ella.—¿Crees que por ser una Hikari debería temerte? —escupe con rabia, incliná
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