Capítulo 1 ☾

KAT

No fue buena idea venir.

No tuve que aceptar la propuesta de ese chico. ¡Soy una estupida!

¡Kat, cariño, espera! —exclama él, reduciendo la velocidad.

Su coche se encuentra a mi lado cuando abrocho los botones de mi camiseta. No puedo creer que este tipo haya creído que podría manosearme así porque sí. ¡Ni siquiera me ha pedido salir! Estoy cabreada ahora mismo.

—Por favor, Katy —suplica una vez más.

No le escucho. Sigo caminando por la carretera humedecida por la reciente llovizna de la tarde. Mis botas se salpican de agua cuando doy un paso más y sigo oyendo las súplicas y perdones de ese idiota.

—Vete a casa, Daniel —le espeto, saliendo del terreno asfaltado para bordear la linde del bosque.

—Pensé que querías hacerlo —se justifica.

—Pero no de esa manera, fuiste un bruto.

Él resopla. Sé que su paciencia está en el límite porque sus fosas nasales se agrandan.

—Sube, te llevare a casa —dice, mirándome fijamente.

—Vete al infierno.

Le doy la espalda cuando giro hacia el mar de árboles, juntos hacen una increíble vista desde mi posición. El aroma de la naturaleza me tranquiliza un poco, incluso el ruido que hacen mis pies al pisar ramitas sueltas.

—¡Entrar allí es peligroso! —grita avisándome.

—No me importa —suelto.

Estoy a punto de entrar dentro cuando su voz me lastima:

—¿Sabes, qué? ¡De acuerdo! ¡Que te coman los putos lobos de m****a! ¡No me importa! ¡Eres una puta calienta braguetas! Te pones ese escote para nada, porque solo sabes calentar las pollas para luego no comertelas —su indignación me atraviesa.

Unos segundos más tarde, acelera el auto para marcharse por la carrera sin mirar atrás. Puedo ver como su coche desparece de mi vista, hasta que me quedo completamente sola aquí. Mejor así. No me acostaré con un idiota, está era mi oportunidad, pero no la malgastare con ese cavernícola.

El bosque está silencio mientras lo atravieso, creo que los animales estarán dormidos porque no hay ruido que proceda de ellos. Es como si estuvieran escondidos. Suspiro hondo mientras intento que lo que ha pasado no me duela. Daniel me gusta desde hace un año, he intentado ocultar mis sentimientos desde entonces, pero ha sido inútil. Sus amigos se enteraron y se lo dijeron, casi me morí de la vergüenza cuando se sentó conmigo en la cafetería. Desde ese entonces me ha invitado varias veces a salir con él.

Esta es una de ellas.

Y ha acabado muy mal.

Una respiración me pone alerta, observo ambos lados de mí analizando el lugar por si hay una amenaza. Nada me parece extraño. A lo mejor ha sido mi respiración.

Camino por el bosque durante más de una hora, el sol se esconde entre los árboles haciendo que la iluminación sea un asco. No puedo estar sin luz, por lo que buscó mi teléfono para poner la linterna. Esto ayudará, aunque no mucho. Me detengo al ver que hay un cartel de madera con una advertencia inscrita.

CUIDADO CON LOS LOBOS.

Respiro hondo obviando las palabras.

La luna tintada de roja se deja ver en lo alto cuando pasan unos minutos más. Vaya... No sabía que hoy había este tipo de luna. La última vez fue hace mucho, recuerdo como todos los lobos merodeaban los bosques mientras aullaban.

Un aullido pone a mil mi corazón. Parpadeo sintiendo mis piernas pesadas, no tengo por qué temer.

Aunque no sea así, me muevo más deprisa. No me quedare a descubrirlo. Varias llamadas atraviesan la pantalla de mi teléfono, las ignoro porque ahora mismo estoy demasiado concentrada en salir de aquí. Mi mamá seguramente debe estar preocupada.

Otro aullido resuena en el bosque.

Vale. No pasa nada. Solo son lobos aullando. No pueden hacerme nada, ¿o sí? Son lobos salvajes, pero nunca hubo que lamentar una víctima por ellos. Siempre huyen de los humanos cuando los vemos en el comienzo del bosque. Supongo que no les gusta la carne humana, o solo esperan a que entremos para devorarnos.

Okey, ahora tengo miedo.

—Grrrr —un gruñido hace que de un salto.

¡Maldita mi suerte!

Mis manos tiemblan cuando enfoco con la linterna al animal que me ha gruñido. Y lo encuentro en seguida. El oxígeno se queda atascado en mis pulmones, tengo que carraspear para no morir asfixiada.

—Hola, lobito —digo temerosa, alejándome de donde viene —. No me hagas daño, ¿si?

—Grrrr.

El animal peludo salta un tronco seco tirando en el suelo. Sus patas delanteras se posicionan listas para acercarse hasta mí. Mis ojos van directos a su pelaje negro como las alas de un cuervo, no puedo creer que su mirada salvaje esté puesta en la mía. Me quema sus ojos que resplandecen por la luz de la luna roja.

—Quieto.

El lobo avanza sin quitarme la mirada. Me siento como si fuera su presa, sin duda puedo llegar a serlo.

—¡Jodida m****a! —exclamo cuando mis pies se mezclan por mi nerviosismo, por un momento me agarro de un tronco, pero no sirve de nada porque termino cayendo con mi móvil, que se precipita al suelo apagando así la linterna.

Quedo en completa oscuridad.

Las lágrimas se arremolinan en mi rostro, puedo sentir el hocico del lobo en mis piernas. Me esta olisqueando, su tamaño es mucho mayor que el de uno normal.

La calidez de su lengua me hace estremecer, me recorre toda la barriga subiendo por mis pechos. M****a. De repente la bestia peluda está encima de mi, quedo atrapada a su merced. Lame mis pezones erectos por encima de la tela haciéndolos reaccionar porque se erizan.

No que qué hacer. No sé si llorar o tan solo quedarme quieta.

—Mía —una voz masculina me acelera, sale del lobo —. Eres mía, pequeña humana.

Mis ojos se abren por la impresión. Creo que al caer me di bien feo en la cabeza y por eso estoy oyendo esto.

—¿Eh?

El lobo ronronea hundiendo su cabeza en el hueco de mi cuello. Siento sus lamidas en esa zona, tiemblo por instinto. Mientras él se encarga de lamerme, unos cuantos de lobos más aparecen desde los árboles cercanos. Se acercan sigilosos admirando la escena, observando como su cena está casi lista.

Oh Dios. Creo que me voy a desmayar.

Un estallido de luz blanca me ciega los ojos, los cierro para no lastimarme y cuando los vuelvo a abrir no puedo creer lo que estoy viendo.

Un hombre. Desnudo. Encima de mí. Totalmente musculoso y apetitoso. Me mira con una lujuria que llena sus círculos verdes. Las hebras de cabello negro húmedo le caen por la frente, haciendo que luzca sexy. Y una sonrisa de lado aparece para mojarme las bragas. Pero qué...

—Te he cazado —susurra con voz ronca —. Y pienso devorarte más tarde, gatita.

Lo último que veo es como la oscuridad me absorbe.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo