IV. ¿Quién eres?

Como si de cual movimiento brusco se tratara Bazili infirió cual frenado en seco por el gran susto que esta le había propinado, lo que provocó que el interior del vehículo fuera bruscamente sacudido.   

Valla susto aquella nos había pegado, tanto fue aquel estrepitoso espanto que Bazili no tardo en salir del auto pensando que quizás le habría propiciado algún daño.    

Su cuerpo estático al frente yacía perpleja dejando ver el miedo en sus ojos; valla aquellos ojos azules tan vividos como el cielo que eran capaces de reflejar la hermosura celestial en lo angosta de sus dimensiones.   

Yo aún permanecía allí encerrado observando desde mi asiento como todo aquello se iba desarrollando.

Así percibí como aquella extraña conversación entre ambos iba fluyendo pues aquel buscaba la manera de descubrir si no le había pasado nada a tal chica tomado quizás por el miedo mismo y la preocupación.   

Desde donde me encontraba pude llegar a ver como Bazili queriendo confirmar por sus propios medios si realmente se encontraba bien intentaba acercase a ella, pero aquella simplemente lo evadía rechazando por completo el contacto físico con aquel hombre.

En cuanto a Bazili aquel simplemente no se rendía, insistía como si se encontrara controlado por una extraña fuerza tercamente una y otra vez.   

Ya cansado de aguardar allí sentando observando tal parloteo siendo consciente de que el tiempo no escatima, abrí la puerta y salí de allí.   

— Señor ¿Qué hace? Quédese dentro por favor — recalco aquel no muy bien me observo abandonar mi asiento.   

— No puedo simplemente quedarme quieto, tengo curiosidad por saber qué es lo que te mantiene tan entretenido.   

— No es nada, solo estoy terminando de ponerme de acuerdo con la señorita.   

— Realmente espero que no sea nada, ya es tarde, no podemos darnos el lujo de perder el tiempo con alguien como ella.  

Sus ojos los de aquella chica que anteriormente se mostraban inexpresivos pasaron a tener un semblante de frialdad e incomodidad ligado a la curiosidad y con cual actitud aquella recalco.    

— Disculpe, a qué se refiere con la frase alguien como yo.   

Era extraño sumamente extraño pues nadie que me conoce en esta ciudad había sido capaz de dirigirme así la palabra como ella se atrevió dejando mostrar a su vez una evidente altanería hasta ese momento.    

— Eres una insolente, alguna vez te lo han dicho — con gran seriedad lo recalque.   

De sus ojos el furor broto, pero ella no dijo ni la más mínima palabra hasta que Bazili continúo interrogándola.   

Y con tal excusa fijé por primera vez sin nada que se interpusiera ante mi vista los ojos en la figura de aquella chica.

Tal mujer parecía ser una persona completamente común y corriente, aunque sus rasgos denotaban completamente otra cosa por lo que empecé a escudriñarla en mi mente para ver qué era lo bueno que aquella podría llegar a ofrecer.   

Además de aquellos alucinantes ojos y su cabello que yacía envuelto en una trenza hasta el nivel de sus glúteos, lo delicado de sus rasgos faciales y su marcada figura no había nada que resaltara fuera de lo normal al menos era lo que yo suponía en ese momento haciéndola pasar como una completa humana ante mis ojos.

Era lo que según yo así parecía. 

Así fue que, tras no querer dedicarle más importancia a tal asunto, desvié mi vista de ella para ingresar nuevamente a aquel vehículo, pero las circunstancias no permitirían que tal suceso quedara aislado tan fácilmente.

Pues no muy bien me encorve para volver a acomodarme en mi asiento un aroma dominante se adentró por entre mi olfato.

Era un olor dulce, fácilmente perceptible al menos para un lobo, un olor embriagante que buscaba fervientemente controlar mi ser al robarme por completo el control de mis impulsos. 

Era el olor del deseo, de la carne virgen, la piel pura y sin tachadura.

Era el olor de una omega que no había sido manchada de forma alguna, la razón del porque aquello se percibía no lo entendía, pero es bien sabido entre los lobos que el aroma de tales hembras puede llegar a robar parte misma de la cordura en los machos.   

Su olor era capaz de penetrar en lo profundo de mi ser haciendo que mi corazón palpitara de forma descontrolada y fue allí que mientras me encontraba embriagado con su aroma que la calma se me fue removida.  

Dos olores distintos al primero arribaron a mi olfato, dos olores presumiblemente antiguos e inusualmente conocidos arribaron a mis sentidos, era como si pudiera llegar a sentir que finalmente me encontraba en casa, pero como era posible era lo que no comprendía.

Al no entender que era lo que ocurría termine girando mi cabeza hacia todos lados sumamente desconcertado así que mi atención fue completamente desviada.    

Así fue como termine perdiendo de vista tanto a aquella chica cuando finalmente intentaría dirigir mis palabras hasta ella pues tras despedirse velozmente de Bazili huyo de la escena desvaneciéndose de igual forma aquellos aromas.   

Antes de que siquiera pudiera llegar a procesar la información vi como aquella chica se marchaba a toda prisa huyendo hacia la otra hacera evadiendo a los demás vehículos y transeúntes que intentaban continuar con su recorrido perdiéndola así completamente de vista.   

Estaba sumamente concentrado, anonadado, perplejo mientras la iba perdiendo de vista cada vez más a lo lejos.   

¡Biiipppp, biiiipppp!

Los claxón de los vehículos se comenzaron a escuchar por do quiera ya que por culpa nuestra se había formado un gran embotellamiento debido al tiempo que llevamos cortando el paso en aquella vía.   

Allí de pie me encontraba cuando desde Bazili escuche decir.    

— Señor no se quede hay parado, debemos marcharnos.     

Con sus palabras pude volver en sí recalcando aun perdido en su imagen.

— Sí perdona continuemos — y así retornamos una vez más el camino que con anterioridad veníamos recorriendo.    

Mi mente se encontraba cuestionándose de muchas formas las razones por la cual aquella sensación se produjo en mí, pero sin encontrar respuesta alguna apele a Bazili ya que aquel se encontraba cercano a ella.   

— Acaso la conoces.

— No señor.  

— Seguro que no la conoces, estuviste conversando con ella por mucho tiempo.   

— Si señor estoy seguro, la verdad solo intenté sacarle información, pero no pude es completamente un libro hermético.    

Escuchar aquello venir de él solo provoco que en mi se produjeran muchas más preguntas situación bastante absurda la verdad pues no soy para nada de reaccionar así ante los desconocidos.

Y fue así que tras pasar algunos minutos enojado conmigo mismo que intente nuevamente recobrar la compostura para dedicarme a pensar en cosas más importantes.

Ahora mismo necesitaba enfocarme en mi cita una a la cual definitivamente le debía de sacar provecho de alguna u otra manera a largo plazo.   

Algunos minutos más tarde luego de tomar la autopista hasta las afueras de la ciudad, Bazili y yo arribamos al mirador un lugar que se localiza en lo más alto de Belcier donde la persona con la que me reuniría ya aguardaba por mí, sentada cómodamente.   

Al llegar quien me recibe es la hija de uno de los alfas a quien dispusieron desposarse conmigo como parte de un acuerdo.   

La pequeña y engreída loba lleva por nombre Kira quien no es más que la única hija del alfa Izra quien lidera a la manada Grobhiet en lo oculto del bosque.   

Kira es una prepotente joven, de más está decir mimada que lo que quiere lo pide y lo exige y si no está conforme lo desecha.

Ante todo, para nada es de mi agrado, pero eh de admitir que su presencia me sirve de mucho para poner en marcha mis futuros planes.   

Con cual sonrisa hipócrita me muestro una vez que abandono el auto para acercarme hasta donde aquella se encuentra y con cual saludo de mala gana aquella musita.   

— Por lo menos has llegado, tarde, pero has llegado, una vez que nos casemos tendré que enseñarte cuales son los requerimientos para tenerme como una reina y eso incluye el cumplimiento con las horas acordadas.   

Escucharle es atroz pues de ella meras palabras vacías, huecas y sin sentido son formadas como armas de doble filo.

— Hola Dominieck ¿Cómo estás?... Yo muy bien y tu Kira ´´ muy bien gracias´´ — con cual evidente burla recalco aquello y prosigo diciendo...

— Esas Kira son las primeras palabras que se han de repetir ante un invitado y más si se trata de tu prometido.    

— ¡Ummm! Tu y tus formalidades Dominieck.  

— No pequeña, no confundas, no tiene nada que ver con mis formalidades a eso Kira se le llama tener educación algo que veo que tu poco posees.  

— ¡Asshh! no empieces no quiero discutir.   

— Mira que coincidencia lo mismo opino.    

Ahora yo de mala gana como todo en mi vida ante ella, me acomode en una silla vacía próximo a donde Kira se encontraba para disfrutar sarcásticamente de la inusual y prometedora velada que Izra había preparado para los dos.    

La tensión entre ambos era enorme cosa que se podía percibir en el aire, hasta ahora no soy capaz de comprender como yo la soporto la verdad porque realmente es inaguantable, pues es totalmente diferente a como el lobo de su padre se muestra.

Aquel siempre quien con cual sonriente rostro se presenta ante todos y educación refleja es experto en ocultar la máscara de muerte que lleva tras su espalda, pero a mí no me engaña su persona no es más que una vil deshonra para la memoria de mi familia.

Su desaparición aun hoy lleva el precio de sus manos por lo mismo deseo poder arrancarle aquella expresión del rostro con mis propias manos y sustituirla por el miedo y el dolor como una vez paso con nosotros.    

Pido a los cielos paciencia para que tal velada termine lo antes posible sin que yo llegue a perder la poca paciencia que me queda en aquel día por la enorme presión que eh venido experimento pues no quiero hacer algo de lo que tenga que arrepentirme luego tras cometer algún error.   

Por un buen tiempo la escuche a aquella debatiéndose entre asuntos banales y trivialidades de la vida a los cuales solamente ella puede llegar a ponerle completa atención.

Yo respiraba profundamente intentando relajarme pues no tenía otra opción más que aguantar.  

Aun con más hainco aquella insistía haciendo que yo cada vez más perdiera poco a poco la paciencia sin dudas me encontraba casi a punto de estallar estuve a nada de lanzarme contra aquella, pero la fuerza de mis recuerdos pudo más que mi gran disgusto.

Aquellos ojos azules junto a aquellos aromas llegaron a tomar con exigencia mis memorias cambiando por completo mis emociones junto a mi conducta, provocando que frente a Kira me mantuviera quieto sin mostrar la más mínima expresión, solo pendiente a aquel sutil e hipnotizante pensamiento.  

Tan concentrado me encontraba que no me di cuenta cuando Kira empezó a realizar sus rabietas tras notar que no le ponía ni la más mínima atención y no fue hasta que aquella se abalanzo contra mí para zarandearme que note su mal humor.

Las exigencias por parte de aquella se volvieron incesantes y un tanto absurdas llegando a reclamar a todo y a todos como entes meramente de su propiedad incluso a mí.  

Entre gritos, movimientos bruscos y palabreríos aquella emitió su ataque contra mi buscando la forma de probar mi paciencia y por ende mis límites, cosa que fue sobrepasada de manera rápida.  

Mi razón finalmente se vio completamente rebasada tras aquella ver que con su insistencia no iba a conseguir recibir ninguna respuesta de mí y en observación a aquello levanto su mano en el aire liberando toda su fuerza para implantar una cachetada sobre mi mejilla marcando fervientemente el ardor en mi rostro.  

— Kira te has pasado por mucho.  

— No lo creo, solo te estoy educando.  

Con cual risa burlona se regodeo frente a mí, aún más sabiendo que yo no podía hacer nada en su contra primero porque era una mujer, segundo porque es hija de aquel lobo y tercero sus guardianes se encontraban también allí.   

La ira empezó a consumirme y de la peor manera nuevamente por segunda vez en aquel día por lo que al verla tan cerca la empuje con fuerza para que se alejara de mí y un solo movimiento basto para que la distancia surgiera entre los dos.   

Con cual actitud dramática empezó a actuar gritando y pataleando como si no hubiera un mañana, mientras que yo harto de todo eso me puse de pie para marcharme sin mirar atrás.

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