Capítulo 6

Cuando Javier salió de su oficina llamó a Catalino:

            –Hola jefe, ¿en qué puedo servirlo?

            –Saca las cosas de Adelaida de mi habitación.

            –Ay ¡Por los siete Sacramentos! Y, ¿dónde las pongo?, ¿en la cochera?

            –No, no la quiero en mi casa –seguidamente colgó.

Catalino de inmediato llamó a Adelaida, quién había dejado las llaves del auto con la asistente de Javier y estaba saliendo del edificio de oficinas.

            –Niña, ¿qué pasó? El jefe me ordenó sacar tus cosas de su habitación y no te quiere en la casa, ¿qué hago?, ¿adónde te las envío?

            –Recógelas por favor y espérame, ya paso buscándolas.

Al encontrarse, Adelaida –entre lágrimas– le contó todo a Catalino, desde lo sucedido con Marcela y su promesa de vengarla hasta donde se había enamorado perdidamente de Javier durante el proceso por lo que había desistido totalmente de hacerle pagar nada. Se despidieron con un fuerte abrazo y se prometieron seguir en contacto.

Adelaida llegó a su apartamento con su cargamento y se encontró con Marcela, quién al verla le dijo:

            –Deberías estarme agradecida, te enamoraste de él y dejaste que te usara, seguramente en pocos días se cansaba y te desechaba como hace con todas.

            –Marcela, sé que tienes a tus padres y también hermanos, así que te agradezco que te vayas de mi apartamento.

            –¿Así que eso es todo?, ¿ahora me echas de aquí?

            –Voy a salir, cuando regrese espero que hayas abandonado este lugar.

Adelaida llevó las cosas a su habitación, al rato salió y dejó a Marcela hablando por teléfono, se oía quejumbrosa y llorosa, pero ya eso no le importaba, no la quería más en su vida.

Regresó tarde y encontró el apartamento desordenado, sillas volcadas, floreros y adornos rotos, sintió asombro por esa reacción tan violenta y alivio de ya no volver a verla, pidió de una vez cambio de cerradura y así si podía sentirse segura, no durmió, solo pensaba en la mirada de Javier, había tanta tristeza y decepción en esos ojos que dolía recordarlo, tenía que encontrar la forma de hablarle y confesarle que lo amaba.

Por su parte Javier se fue a “el sitio” cuando salió de la oficina, estaba solo, lo único que quería era evitar entrar en su habitación y que cada rincón le recordara a Adelaida, la única mujer a la que le había abierto su corazón, su vida y su casa.  Estaba profundamente enamorado de ella y resulta que todo era fingido, ¿cómo es posible fingir el placer que él creía que sentía mientras le hacía el amor? Ella temblaba en sus brazos, sentía su estremecimiento cuando la besaba, sus ojos le decían que era feliz con él, ¿cómo pudo engañarlo tanto? Tenía que arrancar de su cuerpo todo el amor que sentía por ella, quería odiarla y lo lograría.

***

Al siguiente día Adelaida llamó a Catalino:

            –Hola Lino ¿cómo estás?, háblame de Javier, ¿está bien?

            –Hola niña, yo bien, el jefe no sé, no ha venido a la casa.

            –No lo descuides Lino, por favor.

            –Lo llamaré a ver como está.

Adelaida no podía esperar más, se arregló y fue hasta las oficinas a buscarlo, al entrar en su oficina, él la miró y ella sintió frío correr por su espalda.

            –Javier –dijo avanzando hacia él– déjame explicarte.

            –Antes debo felicitarte por tu excelente actuación.

            –Ya no actuaba Javier, te lo juro, me enamoré de ti, Marcela vino a hablarte porque le dije que no haría nada contra ti.

            –Aunque fuera cierto, inicialmente viniste aquí para enamorarme, engañarme y traicionarme, vete por favor y no regreses.

Adelaida se quedó de pie mirándolo, poco a poco sus ojos se llenaron de lágrimas, estaba perdida, por su mirada y sus palabras ella entendió que Javier se había enamorado de ella y ahora, herido, la dejaba.

            –Adelaida por favor, vete –repitió Javier sin mirarla.

Adelaida dio media vuelta y salió con el corazón destrozado, no sabía en ese momento qué hacer para recuperarlo.

Javier la vio salir y sintió el impulso de ir tras ella, pero apretó los puños hasta enterrar las uñas en sus palmas y hacerse daño, había logrado su propósito, lo enamoró, porque así era, la amaba con locura.

No podía quedarse en Los Ángeles y exponerse a que ella volviera a aparecer, necesitaba tiempo lejos de Adelaida, tenía pendiente una visita de los futuros socios, así que decidió llamarlos para decirles que él iría a sus oficinas para discutir lo que tenían pautado y analizar en el sitio su propuesta.

Javier habló con Vittorio para decirle que viajaría a México para revisar en el sitio una nueva propuesta, Vittorio le atendió y estuvo de acuerdo con el viaje, sin embargo, no le mencionó que sabía el porqué de su deseo de viajar ya que Adelaida les hizo una videollamada y les contó a los dos con todo detalle lo que había sucedido y aunque le reprocharon su motivo inicial, entendieron que ahora estaba arrepentida y enamorada, le aconsejaron darle tiempo y le prometieron que estarían muy pendientes de Javier.

***

En su aturdimiento se vio de pronto en el aeropuerto buscando un avión comercial, ni siquiera había intentado usar su propio avión, en su afán de salir de Los Ángeles y alejarse de Adelaida, siguió adelante y compró boleto para el siguiente vuelo a México. En el avión dos de las azafatas habían estado coqueteándole, él aprovechó solamente para tomar más licor del permitido, en cualquier otra ocasión hubiera usado el baño del avión con una y pautado cita con la otra, esta vez solo sonreía y se imaginaba a Adelaida celosa si viera las insinuaciones de esas mujeres, desechó el pensamiento sobre la mujer que amaba más que a su vida e intentó dormir un poco.

Javier llegó a México y fue recibido por los tres jóvenes empresarios que le habían presentado un plan de negocios muy interesante y él tenía muchas preguntas al respecto por lo que la reunión era realmente necesaria, lo condujeron al hotel, esperaron que se instalara y lo llevaron a comer, al otro día se reunirían muy temprano para iniciar la jornada de análisis del plan.

La reunión comenzó con una presentación muy detallada de lo que los jóvenes querían lograr con su emprendimiento:

Se trataba de una gran hacienda con una extensa cantidad de terreno donde se cría ganado de excelente calidad, este ganado es vendido a un comerciante que a su vez lo traslada al centro donde son beneficiados, este lo vende a otra persona que se encarga del procesamiento de la carne para luego finalmente comercializarla a los distribuidores mayoristas, quienes la harán llegar a los minoristas y consumidores.  La propuesta de estos jóvenes consistía en crear cerca de dicha hacienda un centro donde podrían beneficiar y procesar todo el ganado  para finalmente comercializar la carne a los mayoristas.

Eliminaban cuatro procesos y a sus encargados por lo que sería una batalla campal que se ganaría ofreciendo mucho dinero a los involucrados.  Además el primer paso sería convencer al encargado del ganado en la hacienda de que ellos eran la mejor opción de compra, en otras palabras, otra salida de dinero y de más está decir que la más importante porque si la hacienda no quería negociar con ellos no podían avanzar más.

Era un proyecto sumamente ambicioso y riesgoso, requería de muchas negociaciones, estrategias y lo más preocupante de una gran inversión, no obstante, dado el punto en el que se encontraba Javier Durán con su vida personal, se sentía con ganas de enfrentarse al mundo si era necesario. Aún no le comentaría nada a Vittorio porque se espantaría y lo haría regresar de inmediato luego de rechazar totalmente esa empresa, quería esperar y, por lo menos, haber tenido una conversación con los encargados de la hacienda, ese sería el punto de partida y lo que le permitiría decidir si continuaba o no.

Les solicitó a los jóvenes que coordinaran una reunión con el encargado de la hacienda, le expondrían su proyecto y dependiendo de los resultados de esa reunión establecerían los pasos siguientes.

Los jóvenes le informaron a Javier que habían intentado que el representante de la hacienda se reuniera con ellos en la ciudad de México, pero se había negado, así que tendrían que trasladarse ellos y serían atendidos por el propio dueño, el viaje sería largo, de aproximadamente ocho horas por carretera, así que partirían en tres días y a primera hora de la mañana, contactarían a alguien que les conseguiría habitaciones en el pueblo y desde allí podrían ir a conversar con don Julián Durango quien era el dueño de la hacienda y exponerle su plan.

Javier estuvo de acuerdo y al saber que tenía dos días libres les preguntó si estaban dispuestos a mostrarle la ciudad y ellos estuvieron felices de organizar un gran tour para mostrarle a su futuro socio lo más destacado de Ciudad de México.

***

Iniciaron su recorrido en la Plaza de la Constitución, la cual Javier podía ver desde su hotel, sin embargo, los jóvenes le dieron un tour más detallado, así que vio la Catedral Metropolitana y le dijeron que es la más grande de América Latina; el Palacio Nacional que ha sido sede del gobierno y una parte ahora es museo y el Viejo Portal de Mercaderes que tiene varios edificios comerciales como tiendas, hoteles y restaurantes.

Luego lo llevaron a conocer el Colegio de San Ildefonso informándole que es muy antiguo, fue una de las instituciones educativas más grandes de la Nueva España y paso a ser escuela preparatoria y después la convirtieron en universidad.

Continuaron su caminata hasta la Torre Latinoamericana que es uno de los edificios más altos de la ciudad y tiene un mirador espectacular, allí se tomaron un tiempo para comer algo en un restaurante con una magnífica vista ya que estaban en el piso cuarenta y uno de la torre.

Lo llevaron a que se admirara con el Palacio de Bellas Artes de México porque es imposible visitar México y no conocer el Palacio –decían entusiasmados los tres jóvenes casi al unísono, como recorrieron el Palacio y al salir disfrutaron de las esculturas en la Alameda Central, les llevó bastante tiempo, así que ya entrada la noche les quedó como única opción disfrutar de una velada con tequila y Mariachis en la Plaza Garibaldi.

Regresaron en taxi al hotel de Javier y quedaron en verse muy temprano para continuar las visitas turísticas, Javier entre los paseos y el tequila estaba rendido y se durmió de inmediato.

A la mañana siguiente, muy temprano, ya los jóvenes estaban llamándolo desde la recepción y le dijeron que desayunarían en uno de los barrios más hermosos de México con mucho arte, tiendas, bares de moda y buenos restaurantes.  Así que lo llevaron a las Colonias Roma y Condesa.

El resto de la mañana, Javier y sus guías recorrieron la Plaza de las Tres Culturas y le explicaron que allí encontraría pirámides y ruinas aztecas por la Cultura de Tenochtitlán, un convento por la Cultura Española y un Centro Cultural Universitario por la Cultura del México Moderno.

Para la comida de la tarde decidieron mostrarle el Mercado San Juan por si se atrevía a probar carnes exóticas desde cocodrilo o armadillo hasta insectos, gusanos o caracoles. Javier se atrevió a probar algunos pequeños bocados, bajo la burla de los jóvenes, pero definitivamente comería algo tradicional aparte de una variedad de quesos y vino que encontraron en el lugar.

De allí fueron a ver el Monumento a la Revolución, hicieron un recorrido y esperaron para disfrutar el juego de agua y luces de la Fuente Centenario en la Plaza de la República.

Dieron por terminado el tour, aunque le advirtieron que quedaban muchos sitios aún  por visitar, pero que los dejarían para sus próximas visitas en lo cual Javier estuvo totalmente de acuerdo, les agradeció sus atenciones invitándolos a cenar y al despedirse acordaron encontrarse muy temprano para su viaje terrestre.

***

Javier, Ignacio, Leandro y Fernando partieron apenas los rayos del sol asomaron en el horizonte, fue un viaje ameno con varias paradas estratégicas y necesarias, se turnaban para conducir y evitar el cansancio, pero les tomó once en lugar de las ocho horas previstas, llegaron a un lugar que parecía detenido en el tiempo, descendieron del vehículo bajo la curiosa mirada de los transeúntes, uno de los jóvenes preguntó por la posada que le habían reservado y les indicaron una casa con un gran portón de madera que daba acceso a un amplio patio interno, en un lado había barandas de madera como para amarrar caballos y Javier se acercó porque lo reconoció de haberlo visto en películas, seguían varias puertas y una entrada que los llevó a una sala comedor, llegó una pareja bastante mayor a darles la bienvenida y cuando vieron a Javier quedaron paralizados y boquiabiertos, él los observaba extrañado mientras los señores intercambiaban miradas que reflejaban incredulidad, asombro y miedo.

Por fin les señalaron la habitación correspondiente a cada uno y cuando preguntaron por comida les informaron que en una hora servirían la cena, les daba tiempo de refrescarse y cambiarse.

A la hora de cenar se encontraban más personas en la sala-comedor, Javier y sus acompañantes pensaron que eran otros huéspedes, sin embargo pronto notaron que entraban algunos que solo rodeaban la mesa, miraban a Javier y salían de la casa, algunos llegaron a hacerse la señal de la cruz en su frente, lo que alarmó a los visitantes quienes apuraron la comida y se retiraron a sus habitaciones en silencio.

En la mañana, durante el desayuno, seguía el desfile de curiosos hasta que les avisaron que unos peones de la hacienda los buscaban para llevarlos a ver al patrón, se alistaron rápidamente y salieron a encontrarse con los peones.

Estos hombres andaban a caballo y ellos los siguieron en el vehículo que Javier alquiló para el viaje ya que era más amplio y cómodo que el que pretendían usar los jóvenes, luego de un corto trayecto llegaron a una entrada donde se leía Hacienda Durango, a partir de allí era imposible abarcar con la vista toda la extensión de la propiedad, hicieron otro recorrido, esta vez un poco más largo y se encontraron con una espectacular casa de aspecto colonial español, al pie de unos escalones los esperaba un hombre a quien saludaron pensando que era el dueño, más, pronto el hombre les aclaró que era uno de los capataces y que los iba a atender porque el patrón había ido al pueblo por un asunto urgente, Javier no pudo evitar decir:

            –Nosotros estábamos en el pueblo, pudimos esperarlo y al desocuparse hablábamos allá.

            –No, el patrón quiso que vinieron para acá y hablaran conmigo, si es muy importante yo le digo después.

A Javier le pareció una falta de respeto ese trato y por su parte hubiera dado media vuelta y ahí acababa todo, pero decidió preguntarles a los jóvenes:

            –¿Qué opinan?

            –Bueno, vamos a describirle a él el proyecto a ver qué le parece, ya estamos aquí –dijo Ignacio que era siempre el más callado.

            –Si Javier, hagamos nuestra exposición –agregó Leandro.

            –Los apoyo a ellos –concluyó Fernando.

            –Está bien, como ustedes prefieran, señor, ¿dónde podemos reunirnos para explicarle todo? –preguntó Javier al encargado.

            –Síganme por favor.

Los condujo a un salón muy elegante, con grandes muebles de caoba bellamente tallados, jarrones antiguos y hermosas alfombras, todo el lujo de la casa contrastaba grandemente con la humildad del pueblo cercano –pensó Javier– mientras observaba todo cuidadosamente.

Tomaron asiento y los jóvenes alternativamente comenzaron a explicar en qué consistía su proyecto.  En un momento el hombre solicitó café para todos y cuando entró una señora con el servicio y vio a Javier gritó y soltó la bandeja esparciendo todo su contenido por el piso, los hombres se pusieron de pie alarmados y la señora con los ojos llenos de lágrimas se acercó a Javier, tomó sus manos y mientras se las besaba decía:

            –¡Es un Milagro!, patroncito, está vivo.

Javier se soltó y retrocedió impresionado, el encargado echó a la mujer del salón bruscamente y le preguntó a Javier:

            –¿Qué fue eso?

            –¿Cómo espera que yo sepa? No entiendo que les pasa en este lugar conmigo.

            –¿Quién eres tú? –preguntó amenazadoramente el encargado.

            –Soy Javier Durán, vivo en Los Ángeles – California y primera vez en mi vida que vengo a México, no comprendo nada, anoche en la posada también me miraban raro.

            –Mejor se van de aquí y cuando regrese el patrón hablo con él y les aviso qué quiere hacer.

            –Pero no hemos terminado la explicación –intervino Fernando.

            –No es necesario, ya sé por dónde vienen y quiero hablar con el patrón primero.

Ignacio fue el primero en dirigirse a la salida, seguido de Javier quien aún no salía del estupor que le causó la mujer, luego los otros dos desistieron de resistirse y subieron al vehículo, emprendieron camino, pero llenaron de preguntas a Javier quien con toda sinceridad les dijo que no entendía absolutamente nada de la actitud de la gente allí.

            –Es que parece que ven a un fantasma –exclamó Leandro.

***

Cuando Julián Durango regresó a la casa, el encargado le narró lo ocurrido sin obviar detalle tanto del proyecto de los jóvenes, como la reacción de la mujer, entonces Julián le respondió que en el pueblo estaban hablando de un aparecido o reencarnado, pero que iba a salir de dudas de una buena vez y mandó a llamar a la mujer, al tenerla enfrente le preguntó:

            –Bueno mujer dime, ¿a quién viste hoy aquí?

            –A su hermano patrón, el amo Javier.

            –¿Te volviste loca? Mi hermano Javier murió en el incendio.

            –No patrón, yo lo vi y lo toqué, estuvo aquí hoy.

            –Fuera de aquí vieja loca, eso es imposible.

            –Patrón el hombre dijo que su nombre es Javier Durán.

El capataz no se dio cuenta del temblor que recorrió el cuerpo de su patrón. En ese mismo momento Julián decidió volver al pueblo para ver al hombre de quien tanto comentaban todos, quería enfrentarse a él y si realmente era su sobrino y había regresado a quitarle lo que le pertenecía, acabaría con él de una vez, aunque aún dudaba de que fuera él porque sencillamente había olvidado por completo su existencia y nunca más había pronunciado el nombre de Javier Durán.

Le ordenó al capataz que lo acompañara, ya que él sabía quiénes eran y donde podía localizarlos, partió acompañado de otros peones y se presentó en el pueblo, antes de ir a la casa de huéspedes tomó varios tragos en la cantina, se fue de allí sin pagar, con la seguridad de que no se atreverían a exigirle que cancelara lo que había consumido.

Entró con sus hombres en la casa de huéspedes y exigió a los gritos que los jóvenes se presentaran de inmediato ante él, la pareja que atendía la casa daba claras muestras de nerviosismo ante las exigencias de Julián Durango y rápidamente comenzaron a tocar a las puertas de los visitantes informándoles que el patrón quería verlos.

Uno a uno fueron saliendo de sus habitaciones, intrigados por el llamado de los señores, cuando Javier Durán se presentó ante ellos, fue evidente la reacción de Julián Durango, quién tomándolo por el cuello, le preguntó:

            –¿Qué haces aquí?, ¿qué viniste a buscar?, ¿qué quieres?

Javier forcejeaba con Julián tratando de zafarse, pero lo tenía fuertemente sujetado por la camisa, entonces Javier le dio un puñetazo en el estómago que lo hizo soltarlo e inclinarse de dolor, enseguida los hombres que lo acompañaban sacaron sus armas y apuntaron a los cuatro jóvenes, quienes instintivamente levantaron las manos.

Julián se recuperó y dirigiéndose a Javier, le dijo:

            –Respóndeme.

            –Vine a presentar un proyecto con estos empresarios y este dichoso pueblo está loco desde que llegué, no sé por qué razón les llamo tanto la atención ni qué es lo que les pasa conmigo –contestó Javier muy molesto.

Entonces Julián Durango se dio cuenta de que ese muchacho –que seguramente era su sobrino porque el parecido con su hermano era impresionante– no tenía la menor idea de dónde estaba ni de quién era él, por lo que les pidió a sus hombres que guardaran sus armas y seguidamente le habló a los cuatro jóvenes:

            –No quiero causarles más inconvenientes, fue una terrible confusión de todos aquí, les agradezco la visita, pero ni hoy ni nunca estaremos interesados en hacer trato con ustedes, así que les deseo un feliz regreso al sitio de donde sea que vinieron.

Seguidamente subió a su caballo y salió de la casa, no obstante, dejó a tres hombres para que vigilaran y se aseguraran de que los jóvenes se fueran del pueblo a primera hora.

Javier y los demás estaban aturdidos con los hechos, pero definitivamente ninguno quería insistir con esos salvajes, por lo que acordaron que a primera hora de la mañana saldrían de allí. Solo Javier quedó intrigado y pensaba que desde Los Ángeles intentaría averiguar qué pasaba con esa Hacienda Durango y su dueño.

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