Capítulo 2

Adelaida estaba sentada en un cómodo sofá individual en la salita de espera cerca de la oficina de Javier Duran, leyendo una revista, cuando una alta y voluptuosa morena, elegantemente vestida, portando una carpeta de cuero, llegó preguntándole:

            –¿Tú eres la chofer?

            –Sí, yo soy.

            –Bueno vamos, necesito hacer varias diligencias en entidades gubernamentales.

            –Que le vaya muy bien, yo estoy al servicio exclusivo de Javier Durán.

            –¡Qué desubicada!, ¿acaso no sabes quién soy?

            –La verdad es que no tengo la menor idea.

            –Despídete del trabajo insolente.

Dicho esto se dirigió a la oficina de Durán, seguida por Adelaida, entró sin tocar y seguidamente le dijo a él:

            –Acabo de despedir a tu chofer, no quiso llevarme a hacer unas diligencias.

            –Ella trabaja solo para mí, no es chofer de la empresa. –De inmediato y   dirigiéndose a su chofer, le indicó: señorita Adelaida vuelva a la sala de espera, no está despedida.

Adelaida, se ubicó detrás de la morena y salió mofándose de ella, Javier casi no pudo disimular la risa.

            –No puedes desautorizarme ante una empleada.

            –No puedes tomar atribuciones que no te corresponden.

            –Soy tu pareja.

            –No Elena, no eres mi pareja, he sido muy claro desde el principio, no sé por qué entendiste otra cosa.

La mujer salió taconeando con fuerza, sí, se había rendido a los encantos de Javier y pensó que tenían una relación con futuro, ahora él acababa de descolocarla.

Casi al final de la mañana Javier Duran le indicó a Adelaida que debían ir a la casa a preparar equipaje para hacer un viaje de tres días a Miami, en el camino le preguntó a la chica si había viajado en avión y ella respondió entusiasmada que había ido con su padre a Francia, España, Italia y Mónaco para asistirlo en las carreras de autos, él quedó impresionado con la información, pero no dio ningún indicio.

***

Al llegar a la casa le contó a Catalino lo sucedido con la morena mientras empacaba:

            –Imagina que hasta me despidió.

            –¿Qué le dijo el jefe?

            –Que yo trabajaba exclusivamente para él y me ordenó que volviera a la sala de espera.

            –Yo no estoy muy enterado de las andanzas del jefe en la oficina, pero sí sé que varias han estado con él y luego llegan a la oficina crecidas dando órdenes y hasta tratando de reorganizar, ha sido lastimoso porque el jefe es crudo al dar su punto de vista y volverlas a poner en su sitio.

            –¿Él nunca ha tenido novia formal?

            –No que yo sepa, puro trabajo y trabajo, aunque eso le hace ganar mucho dinero, como ya te habrás dado cuenta.

            –Vaya que si lo he notado, desde que me nombraste las marcas de los autos que posee. Bueno, ya estoy lista, nos vemos Lino, pórtate bien.

–Ay niña, ya estoy en la lista de los futuros canonizados.

Adelaida salió riendo a carcajadas por las ocurrencias de Catalino y se encontró con Javier Durán que estaba en el garaje, enseguida se puso seria y procedió a colocar las maletas en el automóvil, tomaron rumbo al aeropuerto, al llegar al hangar privado estaba una despampanante mujer con una larga melena pelirroja y parecía que posaba al pie de la escalerilla del avión, Javier Durán la saludó con entusiasmo:

            –¡Jessica, ya estás aquí!

Adelaida dijo entre dientes “¿Jessica Rabbit?”, pero fue oída por Javier quien volteó a verla con reproche levantando una ceja, no obstante contuvo la risa al ver la expresión de sorpresa y susto de la chofer cuando se supo descubierta.  Abordaron el avión, Adelaida se sentó retirada de todos, sin embargo quedó a la vista de Javier quien no dejaba de sentirse intrigado con su empleada.  La pelirroja interrumpió sus pensamientos al preguntar:

            –¿Quién es ella?

            –Mi chofer.

            –¿Y ahora viajas con el servicio?

            –Ella es de mi total confianza, irá conmigo adonde yo quiera.

            –No por favor, me parece exagerado, luego se toman confianzas.

            –Ella es muy correcta. 

Al decir esto, Javier le dirigió una mirada a Adelaida y ella le hizo el gesto de pulgares arriba con ambas manos mientras sonreía y le guiñaba un ojo, él no pudo evitar sonreír también, definitivamente la chica es un caso.

Aterrizaron, se dirigieron al hotel y él le dijo a la chofer:

            –Venga, usted tiene habitación aquí.

            –¿Qué? Me parece demasiado querido –protestó la pelirroja.

            –Tranquila, a ti no te cuesta absolutamente nada y ya te dije que ella va conmigo adonde yo quiera.

La pelirroja le lanzó una fría mirada a Adelaida quien la observaba burlona, por la defensa que obtenía de su jefe estaba más que contenta.  Se registraron y cuando Javier le dio la llave de su habitación le comentó:

            –En dos horas nos vemos aquí, me traerán un auto para su uso y me llevará a un lugar donde tengo una reunión muy importante.  Javier giró hacía la pelirroja y le entregó una llave también.

            –Creí que estaríamos juntos.

            –Tendré varias videollamadas de negocios, te aburrirías cariño.

***

Adelaida llegó a su habitación, se asomó por el balcón y al ver la piscina decidió disfrutarla un rato, se cambió rápidamente y fue hacia la misma.  Javier Durán estaba en una tienda cuando la vio pasar, la siguió hasta que ella notó su presencia.

            –Hola jefe ¿está siguiéndome?

            –Sí, ¿adónde va?

            –A la piscina, la vi desde la habitación y me provocó.

            –¿Puedo acompañarla? –su intención real era ver que había bajo ese vestido playero.

            –Por supuesto, vamos.

Llegaron a una mesa, ordenaron bebidas y de pronto Adelaida se quitó el vestido y quedó en un diminuto traje de baño de dos piezas, color azul rey, que hizo contener el aliento a Javier quien pensó: “Rayos, debí venir sin compañía, esta chica es realmente hermosa”.

            –Voy a nadar un rato, hasta luego jefe.  –Adelaida se acercó a la piscina bajo la atenta mirada de Javier Durán, que disimulaba muy bien su curiosa observación, bajo los oscuros lentes de sol.

Javier terminó su bebida y se fue directo a la habitación de su acompañante, la pelirroja ya lo esperaba ansiosa, estuvo con ella y disfrutó del placer que le brindó, sin que la imagen de Adelaida abandonara totalmente su mente.  Volvió a su habitación a prepararse para la reunión pautada esa tarde, al llegar al lobby ya Adelaida lo esperaba, enfundada en su negro uniforme de chofer que escondía muy bien los encantos que él había descubierto más temprano.

En el automóvil Javier iba revisando documentos que desplegó en todo el asiento trasero, al llegar los recogió rápidamente y no se percató de una hoja que quedó debajo del asiento, Adelaida la encontró casualmente y salió tras Javier para entregársela.

–Jefe, jefe –lo llamó con insistencia.

Ya Javier se encontraba en la entrada del edificio con dos hombres y uno de ellos le avisó sobre la mujer uniformada que lo llamaba.

            –Dígame –exclamó Javier extrañado.

            –Se le cayó esta hoja debajo del asiento.

            –Oh, gracias, no lo había notado.

Uno de los hombres, lo interrogó:

            –¿Y esa belleza?

            –Es mi chofer.

            –¿Chofer? ¿Con todos los servicios incluidos?

            –¡Claro que no! –protestó Javier.

            –Tiene muy buen trasero, ¿me la prestas? –preguntó el otro hombre.

            –Por supuesto que no, ¡estás loco! –respondió riendo Javier, pero a la vez alarmado de la admiración que les despertó la chofer a sus colegas.

Una vez resueltos los asuntos que lo ocupaban, Javier regresó al automóvil, le solicitó a su chofer que lo regresara al hotel y le anunció que tenía el resto del día libre hasta las nueve de la noche cuando necesitaría nuevamente de sus servicios, Adelaida asintió conforme y al llegar al hotel, le confirmó que a las nueve en punto lo esperaría en el lobby.

***

La chofer se enfundó en unos pantalones muy cortos y decidió comer en el restaurante de la piscina para luego salir a caminar por los alrededores del hotel, ya que tenía unos jardines muy lindos y también una tentadora playa. Estaba por retirarse del restaurante cuando llegaron Javier y la pelirroja, el contraste entre la joven y sencilla chofer con una belleza muy natural casi sin maquillaje y su acompañante de turno, quien parecía que iba a una sesión de fotos para un calendario, hizo fruncir el ceño de Javier ya que inevitablemente las comparó.

Javier decidió no prestar mucha atención a su mente, la cual le estaba haciendo una mala jugada al estar más atento de lo debido con respecto a su empleada, se despidió rápidamente y continuó camino de la mano de la pelirroja.

Fue imposible para él no voltear y mirar la alta, esbelta y hermosa figura de la chofer alejándose hacía la playa, iba caminando y llamando la atención de algunos hombres, pero parecía no darse cuenta, se quedó viendo el movimiento de sus caderas hasta que la pelirroja lo interrumpió para preguntarle donde prefería sentarse.

***

Esa noche Javier apareció puntualmente, vestía un smoking blanco que hizo que Adelaida dijera en su mente: “Upa, que muñeco se ve, ay jefecito espero no tener que esperar mucho por ti”. Se extrañó de que su jefe apareciera solo, pero no se atrevió a preguntarle por “la rabbit”, cómo le decía para sus adentros. Le abrió la puerta del auto y mientras él entraba aspiro su perfume muy varonil, diría que delicioso.

            –Y… ¿Adónde vamos jefe?

            –A este lugar –dijo Javier extendiéndole una tarjeta a su chofer.

            –De acuerdo –respondió ella después de leer la dirección.

El sitio era bastante apartado, en la entrada tenía guardias de seguridad y luego al final de un largo camino rodeado de árboles se descubría una gran mansión de varios niveles y muy iluminada, Javier le indicó:

            –Me dejas en la entrada y buscas donde estacionar para esperarme, no sé cuánto tarde aquí, pero te llamaré cuando esté por salir.

            –Como usted diga jefe.

Cuando Adelaida estacionó, iba a hacer una llamada telefónica, pero de repente recordó una conversación que tuvo con Catalino:

            <<–Te digo Adelaida que el jefe es súper desconfiado, vigila a todos.

            –¿Cómo así?

            –Pues a uno de los choferes lo despidió por “hacer cosas indebidas en el auto” ¿cómo lo supo? Yo digo que tiene cámaras en cada uno de sus autos.

            –¿Tú crees?

            –Creo no, estoy seguro. >>

Por haberse acordado de eso, decidió bajarse del automóvil, alejarse un poco cómo si estirara las piernas, saludó con un gesto a otros choferes que se encontraban esperando en el área y cuando consideró que estaba a una distancia segura, sacó su teléfono para hacer la llamada:

            –Hola amiguita –saludó cuando le respondieron.

            –¡Adelaida! Por Dios, me has tenido en ascuas, ¿cómo estás?, ¿cómo te ha ido en ese trabajo?

            –Todo ha salido según lo esperado, me llevó a vivir a su casa, prácticamente lo acompaño a todas partes, me hospeda en el mismo hotel que él, ahorita estamos en Miami.

            –Ha intentado algo contigo.

            –Aún no, pero me vio en bikini y estoy segura de que llame su atención, solo que disimuló muy bien, además trajo a una de sus mujeres al viaje.

            –¿Una de sus mujeres?

            –Amiguita, sabes que es una diaria o una por hora, ¿qué se yo?, tú tranquila, lo que importa es que todo va como estaba previsto, me estoy ganando su confianza y curiosidad, después llegará el momento de que pague todo lo que te hizo ese malnacido, que por cierto es más precioso que en las fotos y yo creí que eran filtradas.

            –¿Verdad que sí?, es demasiado hermoso.

            –Bueno ya, recuerda que es tu venganza, nada de hermoso.

            –Tienes razón, destrúyelo, que pague su abandono.

            –Si no te llamo no te preocupes.  Cuídate mucho Marcela.

            –Tú también Adelaida y gracias por todo.

***

Marcela era la asistente ejecutiva de Vinicio Vargas un CEO muy importante, un buen día asistieron ambos a una reunión con Javier Durán, este enseguida se fijó en la asistente de su futuro socio, la reunión transcurrió perfecta y armoniosamente.  Al despedirse Javier deslizó en la mano de la asistente una tarjeta indicando la dirección de un restaurante y la hora, ella solo sonrió sin dar muestra de aceptación. No obstante, a la hora señalada entró al restaurante, la condujeron a la mesa de Javier Durán y así comenzó una noche muy placentera para los dos, las reuniones entre los ejecutivos se prolongaron por una semana debido a la gran cantidad de asuntos que tenían entre sí y durante esa semana los encuentros diarios entre Marcela y Javier fueron fogosos, apasionados y salvajes.

Al término de las reuniones y una vez firmados los acuerdos, llegó el momento de la separación, Javier Durán se despidió con mucha cortesía dejando muy en claro que todo había terminado.  Marcela no podía creer que un hombre que hacía pocas horas antes la había poseído con gran pasión, ahora pretendía decirle adiós con un breve apretón de manos, sin prometer llamarla siquiera. Sentía que su corazón se rompía en pedazos, le resultaron suficientes esos encuentros para sentirse profundamente enamorada de él, intentó decírselo, pero Javier frío y cruel, le respondió:

            –Querida, pasamos unas noches excelentes, realmente las disfruté, pero ya todo terminó, volvemos cada uno a lo suyo.

            –Creí que me amabas.

            –Yo no me enamoro cariño, lo siento.

Javier se alejó y Marcela se hundió en una profunda depresión que la llevó a renunciar a su trabajo, se encerró en su apartamento e intentó quitarse la vida saltando desde el balcón. Adelaida recibió la llamada de urgencias y llegó al hospital ya que aparecía como su contacto de emergencia, Marcela estaba inconsciente con múltiples fracturas y el terrible diagnóstico de que tal vez no volviera a caminar de nuevo, Adelaida la acompañó todo el tiempo hasta que un día despertó, poco a poco se fue recuperando y pudo contarle a Adelaida todo lo sucedido; cómo había conocido a Javier Durán, cómo se había enamorado perdidamente de él y cómo ante su abandono prefería morir a vivir sin él.

Adelaida la escuchaba en silencio, habían sido compañeras en la secundaria, pero no fueron las mejores amigas, no sabía por qué era su contacto de emergencia, solamente acudió porque era alguien que conocía y estaba en problemas. Por otro lado aparentemente era la única interesada ya que nadie más fue al hospital mientras estuvo allí, sin embargo, su relato la conmovió mucho, no era justo que un hombre amparado en su atractivo físico y en su poder económico tomara y desechara mujeres a su paso por la vida, se propuso averiguar más de él, conocerlo y así darle una lección.

Para cuando le dieron de alta a Marcela, Adelaida conversó con su amiga y esta le dijo que no tenía adonde ir porque había renunciado a su trabajo antes de lanzarse al vacío y ya no podría pagar la renta, no tenía familia a quien acudir y estaba pensando en solicitar espacio en algún refugio de la ciudad, Adelaida se conmovió mucho y le pidió que se fuera a vivir con ella, buscaría sus cosas y las llevaría a su apartamento, tal vez pudiera trabajar en línea o algo así, en fin ya se organizarían, por lo pronto tendría donde quedarse y terminar su recuperación.

A los pocos días ya Adelaida había leído todo lo publicado sobre Javier Durán y se había trazado un plan para acercarse a él, iría a sus oficinas a buscar trabajo de asistente, pero quiso el destino que apareciera el aviso solicitando conductor y eso se adaptaba mucho más a sus habilidades, porque lo que si era muy cierto era su experiencia con los autos de carrera como fiel compañera de su padre durante sus años de piloto y mecánico.

Marcela al principio no la apoyó, le decía que caería en sus encantos, que se iba a enamorar apenas lo viera, pero Adelaida la convenció mintiéndole ya que le dijo que no le gustaban los hombres, aunque podía reconocer si alguno era guapo o no. Así comenzó a ejecutar su plan de venganza contra Javier Durán por su amiga Marcela y por ahora se estaba divirtiendo mucho en el proceso.

***

Volvió al automóvil puso música y comenzó a cantar, pasaron horas hasta que recibió la llamada de Javier para que lo recogiera en la entrada de la mansión.  Al subirse al auto Javier le dijo a su chofer.

            –Tengo hambre, párate en algún lugar de comida rápida, por favor.

            –¿En serio? –preguntó Adelaida dudosa.

            –En serio –respondió él muy firme.

            –Bueno, como usted ordene.

Llegaron a un local de hamburguesas, él le dijo que pidiera para ambos y le dio su tarjeta para que pagara, se estacionaron para comer y él de pronto le preguntó:

            –¿Siempre cantas para pasar el rato?

            –Sí, oyéndome no me siento sola y usted, ¿siempre espía a sus choferes?

            –Por mi seguridad hay cámaras de vigilancia y un equipo de respuesta inmediata cuando estoy fuera de Los Ángeles.

–¿Equipo de respuesta inmediata? Y por qué no me había dicho que nos están vigilando.

–Porque no lo consideré necesario, pero están muy cerca. Hoy  estuviste un buen rato fuera del automóvil.

            –Me fui a conversar con otros choferes y también hice una llamada telefónica.

            –¿A quién?

            –No es mi obligación decirle a quien llamé.

            –¿Tienes novio?

Adelaida solo sonrió y suspiró profundamente, lo cual sorprendió y molestó a Javier, quien hasta ahora solo había obtenido indiferencia de esa mujer. Terminaron de comer, Adelaida se deshizo de la basura, abrió las ventanillas, limpió sus manos con toallas húmedas, comió una menta, le ofreció a él toallas y menta, finalmente roció ambientador en el auto, todo bajo la atenta mirada de su jefe quien no perdió detalle de sus acciones y no pudo evitar decirle:

            –Eres… especial.

            –No jefe, solo quito el olor a comida de nosotros y del auto, ¿al hotel?

            –Sí, vamos al hotel, mañana regresamos a casa.

El resto del trayecto Javier no apartó la mirada de su chofer, quien se percató de la observación de su jefe más no se dio por enterada, iba tarareando muy bajito para disimular.  Javier Durán se preguntaba qué le estaba pasando con su chofer, sentía simpatía y admiración por esa chica, era diferente y si bien había notado que era una hermosa y deseable mujer, no quería solo “estar con ella”, en realidad quería conversar largamente con ella, saber a quién quería, a quién llamaba, en quién pensaba, era otra clase de chica y le estaba gustando que fuera así.

Adelaida cruzó brevemente su mirada con la de su jefe y comenzó a fingir que no se había dado cuenta de que tenía sus ojos puestos en ella, estaba satisfecha de esa reacción, eso era lo que quería; intrigarlo, interesarlo, hacerlo fijarse en ella. Todo iba según lo planeado, con algunas excepciones muy pequeñas, tales como que le gustaba el lado “humano” de su jefe; cuando se bajaba de su pedestal y pedía comer comida rápida, cuando decía “por favor” o le daba las gracias por algo y  cuando conversaba sin poses, ese Javier le gustaba mucho.

***

A la mañana siguiente la despertó una llamada telefónica de su jefe:

            –Dígame jefe.

            –Buenos días, en veinte minutos salimos al aeropuerto, ¿puedes estar lista?

            –Buenos días, sí, por supuesto.

Se encontraron en el lobby y Adelaida cuando lo vio solo, no pudo contenerse y le preguntó a su jefe:

–¿Dónde está la dama roja?

–Se fue ayer en la tarde.

Entonces se trasladaron al aeropuerto, ya en el avión, Javier le pidió disculpas por la llamada intempestiva, pero se justificó diciendo que tenía una reunión muy importante esa misma tarde. Adelaida le dijo que entendía perfectamente y se dispuso a continuar durmiendo durante el vuelo, otra vez bajo la aguda observación de Javier Durán.

Se despertó con mucho apetito porque no había desayunado y se devoró todo lo que le sirvieron, luego se colocó sus audífonos y se disponía a oír música cuando Javier se sentó a su lado y le dijo:

            –Quiero saber más de ti, eres mi persona de confianza y necesito conocerte mucho.

            –De acuerdo, ¿usted pregunta y yo respondo o le voy contando?

            –Cuéntame y si tengo alguna pregunta la hago, ¿de acuerdo?

            –De acuerdo.

Y así Adelaida comenzó a narrarle la historia de su vida, su infancia, adolescencia, sus fabulosos viajes con su padre, su trágico final y su total determinación a valerse por sí misma haciendo lo que mejor sabía hacer que es conducir.

Javier la oyó atentamente, no hizo ninguna pregunta, solo la miraba y sonreía de vez en cuando con sus graciosos gestos, cada vez le agradaba más esa chica, lo conmovía y lo enternecía “¿qué rayos me está pasando?” se dijo y volvió a su asiento lejos de ella.

           

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