Una única noche
Una única noche
Por: Karen Bodouir
Capítulo 1

El despertador de Meg sonaba con su estridente melodía, y la pobre chica, que estaba agotada, porque la noche anterior se había quedado estudiando hasta la madrugada, se levantó, y lo apagó. Como cada día, eran las cinco de la mañana, y al igual que cada día, el frío golpeó a Meg que estaba aún adormilada, y no era consciente de que no había encendido la calefacción porque no le quedaba suficiente dinero hasta final de mes.

Se duchó rápidamente, se puso su uniforme de limpiezas Carol’s, y tomó al pequeño Ben en brazos, aún profundamente dormido. Ben, que ya tenía cuatro años, era su alegría de vivir, aún cuando pasaran penalidades y ella tuviera que hacer horas extra en la empresa de limpieza, se sentía feliz de que el pequeño Ben hubiera llegado a su vida.

Cargó con él hasta el piso que estaba frente a su puerta, y antes de llamar al timbre, la puerta se abrió, y tras ella apareció su simpática vecina, Emma Giles. Tenía la cabeza llena de rulos, profundas ojeras, y una bata granate que estaba llena de manchas. No es que Emma fuera una mala ama de casa, es que su hija Violet le llenaba la bata de manchurrones con sus mañanitas, y a ella no le daba tiempo a lavarla todos los días.

Emma cogió al pequeño Ben en brazos, lo llevó a la habitación de Violet, y volvió a reunirse con Meg en menos de cinco minutos.

- Eres un ángel, Emma.

- ¡Que va! El que es un ángel es tu hijo, que ni siquiera protesta cuando le toca cambiarse de piso, ojalá mi hija fuera tan tranquila como el tuyo.

Violet, la hija de Emma tenía la misma edad de Ben, pero era un auténtico terremoto, desde que se despertaba, su madre tenía que estar vigilante de que no se metiera en líos.

- ¿Te apañarás para llevar a los dos al colegio? Mira que no quiero causarte un problema, y tú ya tienes bastante trabajo con Violet.

- Claro que si, porque los amenazaré con llenarle las tarteras de verduras, y de ese modo,se quedarán más quietos que si fueran estatuas.

Meg se rió con ganas, porque su encina y amiga siempre estaba de buen humor, y sus bromas la ayudaban a afrontar cada día con una sonrisa.

- Bueno, me voy, que no quiero perder el autobús,en especial hoy, que hace tanto frío en la calle. ¿Tú tienes mucho trabajo pendiente?

Emma se dedicaba a mecanografiar trabajos, y a elaborar presentaciones para estudiantes universitarios, e incluso para empresas. Era tan buena en lo suyo, que incluso le habían hecho una oferta de trabajo fijo, pero ella la había rechazado para poder quedarse en casa, y cuidar de su hija. A Emma le gustaba ser madre a tiempo completo, y por ese motivo, había buscado un trabajo que le permitiera pasar muchas horas en casa.

- Si, lo habitual, aunque no tengo especial prisa, todos los trabajos que me han solicitado esta semana, me han dado un plazo suficiente como para que no esté agobiada.

- Me alegro, que tengas un buen día.

Meg le dio un beso en la mejilla, y bajó corriendo las escaleras, y cuando vio que el autobús número 5, que era el que habitualmente la llevaba al centro de la ciudad, estaba ya entrando en la calle, corrió aún más deprisa, hasta que, con el aliento abrasándole la garganta, se colocó justo después de la última persona que espera en fila para subir al autobús.

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