CAPÍTULO 1.- tercer fragmento

La chica con grandes alas, que Liam llamó Odette se acerca a a Leia instintivamente.

—¿Está herida de algún modo? —la tomó de la mano—. Recién me enteré de todo y Bael preguntó si te había herido de algún modo...

—Estoy bien —hablo Leia algo abrumada.

—Esconde tus alas —bufo Liam—. ¡No te das cuenta que la asustas a..., ahora que me doy cuenta, ¿No pregunte tu nombre verdad?

Liam estaba sonrojado.

—Me llamo Leia.

—¿Por qué no la llevaste junto a Bael al hospital? —Odette le preguntó.

—Sabes como se pone mi tío Alan —habló Liam—. La última vez que causamos problemas, mi tío Jaime hizo que expulsaran de la isla a tres chicas con la cual me fui de fiesta.

—Eso fue diferente —Odette negó con la cabeza, mientras revisaba que Leia no tuviera ningún golpe—. Ellas te dieron drogas.

—¡No tienes que decirlo en alto! —Liam se dirigió a Leia—. ¡Yo no consumo drogas!, no pienses así mal de mi por favor.

—Sí, pero si es un mujeriego del mal, no caigas en sus encantos, lo hace con todas —Odette le sonrió—. Estas bien, me alegro que no parezcas que estas lastimada, pero quiero cerciorarme haciendo algo, ¿Me dejarías?

Leia solo asintió, está sobrepasada por conocer a un ángel.

Odette la sujeto del rostro, cerró los ojos y empezó a susurrar algunas palabras. Un resplandor la envolvió de a pocos, cubriendo su cuerpo y también cubriendo el suyo. Leía sentía dentro de su, una especie de ondas cálidas en todo su cuerpo.

—Ahora sí—Odette se separó de ella.

—¿Qué acaba de pasar? —preguntó Leia.

—Tiene poderes curativos —le explicó Liam—. Acaba de curarse superficialmente, no dejes que lo haga muy seguido.

—Tonto —Odette le dio un pequeño golpe en la cabeza—. ¿Mi tía se quedó aquí verdad?

—Sí, debe estar nerviosa por no poder ir al hospital a ver a Bael por su estado —suspiro Liam—. Por eso escondo a Leia, me cuestiona todas mis amistades desde el accidente pasado y sabes que no puedo hacerla enojar, ni nada.

—Yo iré a verla y la distraeré para que no ande por la salida del palacio —habló Odette—. Tu puedes llevarla a casa.

***

—¿Qué buscas? —Leia miraba como Liam buscaba algo en su armario.

—Esto —saco un saco y se lo puso en los hombros de ella—. Hace algo de frío afuera, te puede resfriar.

Leia se sonrojaba mientras Liam le acomodaba el saco como si ella no pudiera hacerlo.

Es tan lindo que no parece real pensó mientras sentía como todo dentro de ella se removía, era la primera vez que se sentía tan atraída a alguien ¿Por qué me siento como enferma cuando él está cerca mío?

—¿Vamos?

Liam le ofreció su brazo y ella aceptó titubeante.

—Perdón que te pregunte —hablo Leia mientras intentaba disfrutar de la belleza de los pasillos del palacio—. ¿La reina está enferma?

—No —sonrió Liam—. Está en la dulce espera.

—¿Está embarazada? —dijo ella sorprendida.

—Si, y ya tiene 8 meses y medio —suspiro—, y por recomendación del doctor , no puede moverse mucho , ni tener emociones intensas —se llevó la mano derecha detrás de la cabeza y sonrió avergonzado—. Yo le causé muchas emociones sin querer.

Descubrió que la sonrisa resplandeciente de Liam, era su nueva cosa favorita en el mundo.

—Seguro no lo haces a propósito —le contestó.

—A veces siento que no soy el hijo que mis padres merecen —Liam paró justo enfrente de un retrato de sus padres—. Ellos son realmente geniales, pero yo siempre arruino todo.

—No pienses eso de ti —ella apretó su brazo—. No te conozco mucho, pero estoy segura que eres alguien valioso y que tus padres deben estar muy orgullosos de ti.

Él la quedó mirando un momento y ella sentía que se iba a morir de un paro cardíaco por su intensa mirada.

—Gracias —Liam acaricio su cabello—. Gracias por tus bellas palabras.

Leia entró en pánico cuando Liam empezó a acercar su rostro al suyo lentamente.

—¿Aún falta mucho para la salida? —se apartó cuidadosamente—. Es tarde ya y mañana tenemos que ir a la escuela.

Miro a Liam sigilosamente pensando que tal vez estaría enojado, pero se encontró con una sonrisa y un sonrojo.

—Tienes razón —volvió a poner su mano detrás de su cabeza—. Te llevaré a casa.

***

Leia bajo del auto sorprendiéndolo, él quería hablar un rato antes de que ella ingresara a su aparente departamento.

Lo que él no sabía es que ella estaba en pánico por tener otro momento con él a solas.

—¿Vives aquí?

Liam miró el lugar desconfiado, no parecía seguro.

—Si —ella se dio cuenta que inspeccionaba el sitio—. Vivo en la azotea.

Ella señaló el edificio más feo y viejo del lugar.

—Oh —él volvió a sonreír—. ¿Puedes creer que he vivido toda mi vida aquí, pero no conocía este lado de la ciudad?

—¿Enserio? —Leia empezó a sentirse mal, así que cambió de tema—. Mañana te devolveré la ropa, muchas gracias por prestármela.

—¡Me acordé que tenía que decirte! —Liam volvió al auto y sacó del maletero una bolsa con el sello de la escuela y además de su mochila que había dejado olvidada—. Llame a la escuela para pedirte otro juego de uniforme, tenían tu talla guardada porque solo compraste un juego hecho a la medida y no dos como todos los alumnos, así que fue fácil pedirte otra.

—¡Es cierto! —Leia recibió la bolsa—. Me había olvidado que mi uniforme está manchado de sangre —lo miró agradecida—. Pero no era necesario que me lo comprara, yo lavare el otro.

—¿Y permitir que vayas con un uniforme que ha estado manchado con sangre de otra persona? —Liam tembló—. Qué asco, quémalo si puedes, además que mande a hacerte tres juegos más.

—¡¿Qué?!

—¿Qué hice mal? —pregunto preocupado.

—Yo...—ella miró apenada el suelo—yo no puedo pagarlo.

—Ah —el respiro—. ¡No te preocupes!, yo ya lo pagué.

—No tenía que hacerlo —ella siguió mirando el suelo.

—¿Volví a propasarme verdad? —Liam también se veía apenado—. Lo siento, no quería hacerte sentir mal, yo solo quería...

El sonido del celular de él lo interrumpió.

—Es mi papá —dijo colgando la llamada—. Debe estar enojado por no haber ido al hospital como los demás y no encontrarme en el palacio.

Leia lo miro sorprendida.

—¿Es por cuidarme?

—No te preocupes, ya le explicaré las cosas cuando llegue —acaricio su cabeza—. Mañana vendré a recogerte para ir a la escuela juntos.

Se agacho un poco para poder besarla en la frente, gracias a la diferencia de alturas.

—Sube a tu departamento, no podré irme sin verte adentro y segura.

Ella se despidió con la mano y corrió por las escaleras externas del edificio, cuando estuvo en la azotea del décimo piso. Vio hacia abajo, él seguía ahí y levantó la mano para despedirse.

***

—¡¿Ese idiota te beso a la fuerza?! —el señor Gomez casi le rompía el tímpano por el teléfono—. ¿Es por eso que no has contestado mis llamadas?, ¡Estaba preocupado bollo!

—¡¿Me va a dejar terminar de contarle todo para que después pueda gruñirme todo lo que quiera José?!

—¡Está bien bollo! —escucho que corría—. Pero deja que me prepare palomitas.

Le contó todos los acontecimientos que habían sucedido ese día,Jose le escuchaba atento sin interrumpirla.

—Puedo comprarte un boleto de vuelta a casa.

—¿Está loco?, no he trabajado tanto para llegar aquí por nada.

—Tu primer día y ya traes loco a dos príncipes, mi pequeña bollo es una roba corazones.

—Por favor no diga tonterías —se levantó de su único sofá y se acercó a un espejo—. No soy ese tipo de chicas.

—¿Ese tipo de chicas?

—No creo que alguien como el príncipe Liam se fijaría en mí.

—Bollo —escucho como suspiraba—. Eras la cosa más tierna que he visto en mi vida, además que tienes un corazón enorme, que no entiendo como una cosita tan pequeña como tú puede tenerlo.

—Habla de mí como si fuera un cachorrito —hizo un puchero.

—Si esos mocosos son solo un poco parecidos a sus padres, se te viene drama ¡mucho drama!, ten mucho cuidado por favor.

—¿Usted delira? —se burló ella—. No creo que su interés siga, probablemente en pocos días me ignoraran como si nunca me hubieran conocido.

***

El sonido de la puerta siendo golpeada con brusquedad la sacó de su profundo sueño. Se levantó algo confundida.

¿Quién sería?, ella no conocía a nadie además en ese lugar.

¡Seguro es Liam!

Corrió a la puerta pensando que su alarma no sonó y Liam ya estaba ahí para recogerla. Pero cuando abrió la puerta se llevó una sorpresa.

Bael estaba enfrente de ella con el ceño fruncido. Ella retrocedió asustada y sin querer tropezó. Pensó que impactaría de espaldas en el suelo, pero él la sujetó de la cintura, evitando que lo hiciera.

—¿Siempre eres así de torpe?

Le mostró una sonrisa torcida, ese tipo de sonrisas que parecían tener algo malo detrás.

Ella sentía una combinación de terror con adrenalina la invadía, sentía como si de nuevo iba con él en un auto a toda velocidad.

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