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Acusada por mi propia estudiante de ser la amante

Acusada por mi propia estudiante de ser la amante

En la clase pública organizada conjuntamente por las preparatorias clave de la ciudad, mi presentación de PowerPoint fue reemplazada por una titulada “Confesión de la amante”. —Primer delito: cometer un acto deliberado y no ser digna de ser maestra. —Segundo delito: intento de soborno sexual hacia mi padre para obtener un puesto de mayor rango. —Tercer delito: amenazar a la esposa legítima, con la intención de destruir el matrimonio de otros quedando embarazada. Frente a los decanos de la preparatoria y los funcionarios del Departamento de Educación, la hija bastarda de mi esposo me acusó de ser la amante que se había entrometido en el matrimonio de sus padres. Con el lema “Luchar contra la amante”, me forzaron, siendo la esposa legítima, a arrodillarme y disculparme ante la amante. Señalando a la hija bastarda, le dije a mi esposo, que había llegado rápidamente: —Explícalo, porque ni siquiera sabía que tenías una hija. Sin decir una palabra, él le dio una cachetada a la hija bastarda. —¿De dónde salió esta bastarda? ¡Eres una sinvergüenza!
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La doble vida de un mentiroso

La doble vida de un mentiroso

Alberto Prondell era un joven empresario modelo, dueño de viñedos donde se producían los vinos más selectos del país, también era el titular de varias fábricas. Su vida era perfecta, su reputación era impecable, su esposa era una de las mujeres más bellas y elegantes de la alta sociedad, muchos envidiaban su familia, su porte y su dinero. Sin embargo, no todo lo que reluce es oro. Al viajar a la capital del país, por negocios, su vida era otra, sus noches las pasaba con acompañantes, las mejores, las más caras, no recordaba ni a su fría mujer ni a su hijo, se sentía libre y su comportamiento era mundano. En una de esas noches, el diablo metió la cola, conoció a una hermosa y joven mujer, sensual, dulce y humilde, Cupido le lanzo una flecha que dio en su corazón, no era como esas modelos a las que le abona al finalizar la noche, ella era todo lo que un día había soñado. La hizo su novia, ocultando que no era un hombre libre. Separarse no era una opción, había mucho dinero en juego en se matrimonio. Las mentiras crecieron y la doble vida se acentuó.
Romance
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Luna Envenenada: La Ira de la Loba

Luna Envenenada: La Ira de la Loba

Mi padre es el Beta de la manada, y en nuestra familia siempre ha existido la tradición de establecer alianzas matrimoniales con el Rey Alfa. Un día antes del compromiso, arriesgué mi vida para salvar a mi hermanastra Isabella Ramos, entrando sola al territorio de los lobos solitarios: el Nido Salvaje. Al día siguiente, durante la ceremonia del vínculo de apareamiento, proyectaron frente a todos un video en el que era humillada por los hombres lobo errantes. El Rey Alfa, furioso, se negó a marcarme e Isabella tomó mi lugar como Reina Luna. Para los demás me convertí en una cualquiera. Gritaban que debía ser exiliada y entregada noche tras noche a los hombres lobo errantes, olvidando que todo había sucedido porque intenté proteger a la manada… y castigándome por ello. En mi momento más oscuro, el hermano menor del Rey Alfa, Damián Silva, me ofreció su corazón. —Sofía Delgado, siempre te he amado en silencio. En nombre de la Luna, quiero ser tu compañero eterno. Acepté, profundamente conmovida. Un año después de casarnos, el médico de la manada me dio una noticia: podía quedar embarazada de un cachorro. Corrí emocionada a buscar a Damián, pero, por accidente, escuché una conversación que me rompió el alma. —Damián, fuimos nosotros quienes ayudamos a los hombres lobo errantes a infiltrarse en la manada. También usamos a Isabella para atraer a Sofía al Nido Salvaje. ¿No crees que nos pasamos? Mira cómo confía en ti ahora... Damián suspiró con pesar. —Era la única forma de que Isabella se casara con mi hermano. Sofía... tenía que ser la sacrificada. Pagaré su dolor con el resto de mi vida.
Cuento corto · Hombres Lobo
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Ahora mando yo, exmarido.

Ahora mando yo, exmarido.

Todos creyeron que Catalina Delcourt estaba loca… o muerta. La encerraron en un hospital psiquiátrico tras una crisis fingida y un video manipulado. Con informes falsificados, le arrebataron lo que quedaba de la empresa familiar, la declararon incapaz y manipularon a sus propios hijos para que la tomaran por loca. Pero ella no estaba demente… estaba despertando. Ahora ha regresado al mundo que la dio por muerta, solo para descubrir que su esposo está a punto de casarse con su ex y sus hijos ya no la reconocen. Catalina vuelve por justicia. Por sus hijos. Por su nombre. Y si para recuperar su vida debe destruir a quienes la traicionaron… que empiece la guerra. Ahora mando yo, exmarido.
Romance
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A través de tus ojos… Me enamoré

A través de tus ojos… Me enamoré

Liliana Cedeño solo una vez dio su corazón, solo una vez bastó para vivir todas sus primeras veces. El primer beso, el primer novio, el primer regalo, la primera cena, su primer amor y adiós. Que tu padre te obligue a ver cómo el hombre al que amas se casa con otra mujer, ¿Podría o no ser lo último que le aguantas a él y, a tu familia? Liliana es una mujer que creció en un lugar donde la consideran: la “enferma” según sus hermanos y madrastra, la “enfermita” según la abuela Talina, la “rara” según sus compañeros del colegio y la “autista” según su padre y el médico que la diagnosticó desde los 4 años. El día en que vio cómo el hombre que un día se fue y no volvió, regresa a casarse con otra mujer, será el día en que decida que ha tenido suficiente. La vida que vivía no era suya y ya era momento de cambiar eso, por lo que un día salió de casa y no regresó. Años después, cuando Anya Rousseau es una extraordinaria bailarina de ballet, el pasado que creía enterrado, regresará a cambiar su mundo y el de todo aquel que, la rodea. La vida o la muerte tienen una extraña manera de hacer que dos personas que se amaban se vuelvan a ver. ¿Será que el pasado se puede olvidar? ¿Será que el amor, realmente, todo lo pueda perdonar? ¿Qué le respondes al hombre del que un día te enamoraste, te dice…? - “Quiero ver el mundo como tú lo ves, sentir lo que tú sientes, o simplemente quiero ver quién eres a través de tus ojos… Porque sé que, eso fue lo que me hizo enamorarme”.
Romance
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Mentiras de Memoria: Cuando el Amor Cambia de Cursillo

Mentiras de Memoria: Cuando el Amor Cambia de Cursillo

Desperté después de varios días en coma por una fiebre alta. La cabeza me daba vueltas y la luz de la habitación me resultaba deslumbrante. Lo primero que vi al abrir los ojos fueron dos hombres sentados junto a mi cama. Uno era mi novio, o… al menos, eso creía. Intentando aliviar la tensión, solté una broma: —¿Y ustedes son...? Ricardo Paredes señaló a su mejor amigo con una expresión complicada. —¿No te acuerdas? Tu novio estaba desesperado... y, bueno, como buen amigo, no podía dejarlo solo esperando. Me quedé helada. Pero Joaquín dio un paso al frente, con una sonrisa tranquila: —Claro, soy yo tu novio, Joaquín Ríos.
Cuento corto · Romance
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Traición Bajo la Luz de Luna

Traición Bajo la Luz de Luna

Mi familia fue atacada por lobos renegados cuando entramos en su territorio. Mi loba estaba gravemente herida y, al final, fui yo quien salvó a todos. Cuando me desplomé, agotada, nadie se acercó a mí, en cambio, todos corrieron hacia mi hermana adoptiva, Fiona, preocupados por unos pocos arañazos superficiales que ella tenía. Para cuando los miembros de la manada me llevaron a la enfermería, la curandera dio la cruel noticia: mi loba había resultado herida por una daga de plata y el cachorro de un mes que llevaba en mi vientre no iba a sobrevivir. Sin embargo, mi compañero, Luke, le había dado a Fiona el único tratamiento que salvaba vidas. Sin tener otra opción, rechacé los remedios de la curandera y alivié el dolor de mi loba con hierbas medicinales, sabiendo que solo viviríamos tres días más. En esos últimos días, lo dejé ir todo. Le di a Fiona todas mis posesiones y el dinero del seguro mientras mis padres sonreían aprobándolo. Firmé el acuerdo para romper el vínculo con Luke, el cual, sin dudarlo ni un momento, me lo pasó por encima de la mesa. Luke estaba satisfecho, creyendo que yo era considerada. Por otro lado, Kane, mi hermano, asintió con la cabeza cuando le dije que le diera mi habitación a Fiona. Incluso mi hijo, Jim, chilló de alegría cuando le pedí que la llamara “mamá”. Nadie se preguntó por qué le daba todas mis pertenencias a Fiona, en cambio, sus miradas de aprobación lo decían todo: “Bien, la vieja Emma ha vuelto”. Pero a medida que el reloj avanzaba, un pensamiento me perseguía: “Cuando encuentren nuestros cuerpos, el de mi loba y el de mi cachorro no nacido, ¿esa satisfacción se convertirá en arrepentimiento?”
Cuento corto · Hombres Lobo
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Tres Días y Hasta Nunca

Tres Días y Hasta Nunca

El Alfa, David es mi compañero, siempre fue frío conmigo desde que me reconoció como la Luna de la manada. Porque durante todo este tiempo, él creía que le di feromonas en la noche de luna llena, y que así logré aparearme con él y quedar embarazada rápidamente. Por eso, como Alfa, decidió marcarme solo para proteger su reputación. Así me convertí en la "Luna Misteriosa". La manada sabía que él tenía una Luna, pero nadie sabía que era yo. Cuando nuestro cachorro nació, también lo ignoró. Los sirvientes le llevaron al recién nacido, David lo miró con disgusto y se dio la vuelta. —Espero que no sea como su madre: astuta, calculadora y una vergüenza para la manada. Yo estuve en la cama, débil y postrada; las lágrimas no pararon. Unos meses antes, Sophia, la compañera de la infancia de David, había regresado a la manada. Ese día, David volvió de la casa de Sophia borracho y emocionado, abrazando a nuestro cachorro. Mi hijo, feliz, se puso en sus brazos y me susurró: —Mamá, el Alfa me abrazó. ¿Significa que me acepta? Lo abracé con fuerza, las lágrimas brotando. —Su verdadera compañera ha vuelto. Es hora de que nos vayamos de la manada. Lo que no sabían era que la curandera me había diagnosticado el "colapso del espíritu lobo". Solo me quedaban tres días de vida. Antes de morir, debía llevar a mi hijo a mis padres, donde sería amado y cuidado, no odiado y abandonado por su propio padre. Y David, en tres días, nunca más nos vería. Nunca.
Cuento corto · Hombres Lobo
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Para Complacer a Su Primer amor, Él Mató a Mi Madre

Para Complacer a Su Primer amor, Él Mató a Mi Madre

Mi mamá ha sufrido tres años de insuficiencia renal. Después de tres años de espera, finalmente encontró un donante adecuado. Sin embargo, mi esposo, Romeo Ruiz, un reconocido profesor en nefrología, ¡le dio en secreto el riñón a la madre de su primer amor, Rita Gómez! Y me dijo con indiferencia: —La madre de Rita ya no puede esperar más. Tu madre ha estado en diálisis, ¿no? Ella puede esperar un poco más… Al final, mi madre falleció por su enfermedad. Le llamé a Romeo por la última vez, pero fue una mujer quien me respondió: —¿Estella? Romeo está en la ducha. ¿Para qué lo buscas? Mirando la sonrisa bondadosa en la lápida de mi mamá, me sentía completamente inconsolable. Le dije: —Nada especial, solo quiero divorciarme de él.
Cuento corto · Romance
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Mi Compañero: Sin Arrepentimiento, Sin Retorno

Mi Compañero: Sin Arrepentimiento, Sin Retorno

Estaba sentada en el Ayuntamiento, a punto de firmar ese maldito certificado de vínculo de compañero con Diego, el Alfa de las Garras Lunares del Este, cuando su teléfono vibró. Le dio una mirada, tras la cual se levantó como si lo que estábamos haciendo solo fuera otro trámite más. Ni siquiera se inmutó cuando dijo: —Surgió algo, dejemos la firma del vínculo para otro día, ¿sí? Y así como así, se fue. Me dejó sentada sola, rodeada de parejas vinculadas, todas irradiando esa vibra empalagosa de «felices para siempre». ¿Por qué? Porque Elena, su querida compañerita de manada desde la infancia, se había torcido el tobillo durante el entrenamiento de velocidad de manada, tratando de seguir el ritmo de los lobos avanzados cuando apenas había pasado los aspectos básicos. Diez minutos después, recibí un mensaje: «La lesión de Elena es medio seria y tengo que quedarme con ella. Movamos la boda, ¿está bien?» Solo era una vez más, como tantas, que Diego la elegía a ella por encima de mí. Pero esta vez… No hubo lágrimas, súplicas o rabia de mi parte. La empleada me dirigió una mirada silenciosa, como si ya supiera cómo terminaba la historia. —Señora... ¿aún desea proceder? Saqué mi teléfono, no esperé a que él cambiara de opinión. Negué con la cabeza y marqué a casa. En el momento en que mi hermana Beta contestó, dije: —Dile al Alfa, a papá, que regresaré a La Cresta hoy. Hubo una pausa, tras la cual me preguntó: —¿Estás segura? —Sí —dije, poniéndome de pie, con voz firme—. Ya terminé aquí. Y, así como así, me fui. No solo del edificio, sino lejos de él.
Cuento corto · Hombres Lobo
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