Corazón de cenizas
En su quinto año de matrimonio con Gabriel Pérez, Isabella Moreno recibió provocadores mensajes de voz y fotos íntimas… enviados desde el teléfono de su propio esposo. La remitente: el primer amor de él.
—Han pasado solo seis meses desde que regresé al país y con solo hacer un gesto, cayó rendido —decía la mujer en uno de los audios—. Esta noche preparó fuegos artificiales azules para mí, pero no me gusta ese color. Así que, para no desperdiciarlos, te los regalo para tu aniversario de bodas.
Un mes después, llegó su quinto aniversario de matrimonio.
Isabella contemplaba los fuegos artificiales azules que estallaban en el cielo, justo frente a la ventana, mientras miraba el asiento vacío frente a ella.
Esa misma noche, la mujer volvió a provocarla, enviándole una foto de ambos en una cena romántica a la luz de las velas.
Isabella no lloró ni hizo escándalo; en silencio, firmó los papeles de divorcio y luego instruyó a su secretaria para que preparara una boda.
—Señora, ¿qué nombres escribo para los novios? —preguntó la secretaria, confundida.
—Gabriel Pérez y Elena Castro.
Siete días después, Isabella abordó un vuelo rumbo a Noruega para entregarlos personalmente y bendecir su matrimonio.