Isabella se quedó sentada pensativa, ya tenía todas las pruebas para acusar a la familia Ortega, pero por qué sentía que había algo más, se quedó pensando por unos minutos más de tiempo.
Sacándola de su asimilación, una llamada entró a su móvil, era la abuela de Sebastián, qué días antes la había invitado a visitarla.
Después de salir del café, le pidió al chofer que la llevara a Villa a las rosas, donde temporalmente se quedaba la abuela de Sebastián.
Mientras dudaba en bajarse, alguien tocó a la ventanilla del auto sacando la de sus pensamientos.
“Señorita Fernández La señora la está esperando”.
“¡Bien, Espéreme un momento!”.
Isabela aceleró sus movimientos, ella siguió a José Morales, el mayordomo de la Villa, a través de un pequeño camino había una puerta en la cerca, José abrió la puerta y la dejó pasar primero.
Isabella se sorprendió un poco, pues había grandes árboles rodeando el amplio patio, los arbustos estaban bien recortados y todo tipo de flores Estaban pla