capítulo III: el grupo se reune

Al escuchar eso, internamente, la cara de Isaac se iluminó. Enderezó su cintura, alzando su cabeza en lo alto. Sobresaliendo a través de los cuerpos bajos de todas las damas - Disculpen, ya me tengo que ir - giró su cuerpo y comenzó su marca. Con grandes zancadas, rápidamente llegó ante las puertas de su casa; las cuales, poniendo ambas manos, una en cada lado, empujó haciéndolas abrirse de golpe. Después de dar unos pasos dentro, las puertas regresaron a su lugar debido a la fuerza ejercida. Este, se giró sólo para darles un leve empujón y que se terminarán de cerrar.

Las ramas del árbol se agotaron con el viento que produjo al pasar tan rápido. Haciendo que una hoja volará hasta alcanzarlo y tranquilamente depositarse en su hombro. Frente a la puerta de la cocina, en la pared de lado derecho, había una puerta de madera. Carcomida por los insectos. Con pequeñas púas sobresalientes. Isaac, abrió la puerta haciendo que los que estaban dentro del lugar se sobresaltaran. Sin prestarle atención a sus actos, Isaac cerró, dejando a un grupo de personas encerradas con él.

Ante sus ojos, cinco personas estaban reunidas. Viéndolo atentamente. Un joven de su propia edad sostenía entre sus manos una caja brillante. Su camisa blanca tomaba un color casi transparente debido a la única vela que iluminaba la habitación, puesta sobre una masa al lado derecho de la puerta. Lo observó atónito.

Al lado de este chico, había otro quien tenía una mano metida en la caja de su compañero. Sus cejas gruesas se contraían formando un ligero pliegue entre ellas. Su camisa de manga larga, que era blanca a simple vista, se transformó en amarilla por el reflejo de la vela sobre el oro en la habitación. Al reponerse de la impresión inicial, cerró su puño en la caja, retrajo su mano y enderezó su espalda.

Mientras que, un tercero se encontraba en la esquina de la cama tras ellos. Entre sus dientes sostenía una pieza de oro apenas visible por el cabello largo que cubría su rostro. Su espalda apoyada contra la cabecera; mientras uno de sus pies colgaba al lado izquierdo, puesto sobre la pierna que tenía doblada. Además de ellos, Samuel y Matías estaban justo frente a Isaac, quien tomaba aire rápidamente. Agitado por el largo recorrido que hizo tan rápido.

-¿hermano? - el estado agitado provocó una ligera preocupación en Matías.

Poniendo sus manos en sus rodillas. Inhaló aire profundamente para calmar su emoción - estoy bien - su voz salió en un jadeo.

El chico de manga larga, colocó sus manos sobre sus caderas antes de preguntar con una voz grave - ¿qué te pasa? - su voz era fuerte. Difícil de adivinar si realmente estaba molesto o si simplemente era su forma de hablar; sin embargo, su ceño siempre estaba fruncido. Tanto que incluso su frente ya tenía marcas permanentes.

Isaac enderezó su espalda y barrió su mirada sobre todos - Me he enterado de algo importante.

El joven antes meneó su cabeza para espantar su cabello. Moviéndolo en un círculo a su alrededor. Sacó su pie de abajo para luego pararse y caminar hasta estar a un lado de los otros. Su espalda torcida se enderezó lo más que pudo. Dejando una curva bastante prominente en ella - ¿qué hay de nuevo? - su voz era apagada, como si le costará trabajo sacarla de su garganta.

-Escuchen - se preparó Isaac - Según lo que averigüe, aún hay una habitación llena de joyas en la mansión - luego añadió - la están reforzando con guardias justo ahora.

Todas las miradas estaban fijas en él. El silencio inundó la habitación, como si todos esperaran que continuara hablando. El fuego de la vela parpadeó formando sombras en los rostros de todos. Isaac suspiró, atrayendo a sí mismo la calma habitual en él - ¿qué tal si terminamos el trabajo hoy mismo? - aunque era el mayor y también era considerado el líder del grupo, era su costumbre preguntar cada acción hasta que todos estuvieran de acuerdo; aunque habían decisiones donde no permitía una segunda opción.

De pronto, el silencio fue cortado por una voz juvenil - ¿estás seguro hermano? - Samuel era nuevo en el negocio; dado que no llevaba más de un mes de seguir al grupo, aún le era difícil seguir el ritmo de todos - Pueden ser solo chismes de las señoras.

-Es totalmente cierto - afirmó uno de ellos. Su pelo corto, cafés, por poco era confundido con el mismo oro del cual estaba forrada la caja en sus manos - Escuché a mi padre hablar de eso esta mañana.

Rápidamente todas las miradas se dirigieron a él - ¿es verdad Tomas? - preguntó Lucas, viéndolo a través de sus largos cabellos.

-Así es, hablaba casualmente con madre como de costumbre - después de una pausa agregó - Más o menos pude entender en dónde está situada la habitación - resultaba que, el padre de Tomas pertenecía a los guardias que protegían la aldea. Gracias a él podían tener información confidencial, fácilmente.

-¿y por qué no lo dijiste antes? - El chico que estaba a su lado, bramó, un poco impaciente.

Al escuchar su tono. Isaac no pudo evitar decir - Cálmate, Dylan. Deja que termine de hablar - después, caminó hacia una de las camas, donde se sentó tranquilamente observando el panorama completo ante él.

-Miren - Con su dedo, trazó un cuadro sobre la mesa - este es el cuarto donde estábamos - luego, siguió una línea a una de las esquinas del cuadro - De este lado, ¿recuerdan que había una pintura?, pues, quitando esa pintura se supone que está el hueco que nos lleva a otra habitación. Ahí es donde está nuestro tesoro.

Isaac cruzó sus brazos, sosteniendo su barbilla entre su mano. Analizó el lugar que decía Tomas; mientras guardaba silencio, mantenía su vista en el suelo. De repente, una fuerte voz lo sacó de sus pensamientos - ¡vamos!, ahora es el momento indicado para ir - Dylan, agregó - no se imaginarán que iríamos otra vez justo al siguiente día.

Un poco insatisfecho, Isaac levantó su vista y la posó sobre Dylan - Tendremos que buscar un mejor lugar para guardar las cosas primero, aquí ya no cabe nada más.

-En mi casa hay suficiente espacio - Lucas propuso - Vivo solo, así que no hay problema.

-¡bien! - Isaac apoyó sus palmas en sus rodillas, ejerciendo fuerza en estas para levantarse - ¡esta noche será! - luego agregó - Comencemos a prepararnos.

Entonces, sin decir otra palabra, Tomas dejó el cofre sobre la mesa; mientras Dylan subió una mano y depositó dos sonoras palmadas en su espalda. Estos dos salieron, seguidos por Lucas, quien con un paso un poco más lento, cerró la puerta después de echar una última mirada de acuerdo sobre Isaac.

Una vez solos, Matias se giró hacia Isaac. Su boca se abrió y cerró. Como si no tuviera el valor para hablar. Luego, Isaac lo vio irse, confundido por su actitud. Después de quedar solo con Samuel. Este estiró sus labios mostrando una sonrisa - Entonces, yo también revisaré mi arma - por ser el nuevo en el grupo; aún era directo al referirse a las cosas por su nombre. Comprendiéndolo, Isaac le asintió para luego, ver cómo su espalda era bloqueada por la puerta.

Quedando solo en la habitación apenas iluminada. La tenue luz provocaba un ligero malestar en el corazón de Isaac. Se quedó ahí parado por un tiempo, hasta que fue capaz de soportar el sentimiento de opresión que lo mortificó. Encontraba raro el hecho de tener miedo antes de un asalto; puesto que ni cuando comenzó a practicar ese negocio nunca tuvo tal arrebato de preocupación. Cuando por fin logró disminuir su ansiedad, se dirigió a la puerta. Tomando el pomo astillado, su mano que ya estaban acostumbradas a tal rudeza, no sintió las púas que rasparon la piel al girar la madera vieja y podrida.

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