Luego de la ducha donde me ha hecho el amor con una pasión infinita, me lleva a la cama y se encarga de secarme el cabello.
—Creo que esto es una tradición familiar —le digo divertida—, mi abuelo Piero hace lo mismo por mi abuela, mi padre por mi madre…
—Y mi padre lo hace por mi madre —me dice mientras continúa con la tarea—. Pía, eres mi mujer, aunque… aunque alguna vez debamos separarnos.
Bajo la vista y no puedo evitar que las lágrimas bajen por mi rostro, él se sienta a mi lado y me abraza.
—Amor, ambos sabemos que eso puede suceder. Lo nuestro es prohibido, eso no quiere decir que no luche hasta el final por ti, por nosotros. Si es necesario, podemos irnos lejos…
—Ángello, yo no abandonaría mi carrera o a mi familia —me miro las manos—. Te amo demasiado —me cubro el rostro y sollozo —, pero sé que esto está mal…
—Sshhh… no pensemos en eso ahora, sólo amémonos como si pudiésemos quedarnos juntos por el resto de nuestras vidas.
Me rodea con sus brazos y me sienta en su regazo, sus