Estoy nerviosa, yo diría que estoy al borde del colapso. Desde que Connor me dijo que nos iba a ayudar, no he vuelto a saber nada de él, y eso me tiene preocupada.
—Connor, ¿dónde te has metido? —camino de un lugar a otro hasta que siento que la puerta se abre, así que me volteo de golpe pensando que es Connor, pero no fue así.
—¿A quién esperabas, Lia? ¿Acaso es a Connor? —Julieta me mira con una sonrisa siniestra que me hace estremecer por completo.
—¿Qué le hiciste?
—Algo que a ti no te gustaría que te pasara.
—¿Dónde lo tienes?
—¿Quieres verlo, querida? —Asiento, y en ese momento entra un hombre alto que toma mi brazo con fuerza, arrastrándome hasta llegar al sótano. Veo de lejos un cuerpo tirado, y cuando prenden la luz, abro mis ojos sorprendida al ver a Connor tirado en el suelo, con la camisa llena de sangre.
—¡Connor! —Corro lo más rápido que puedo, y cuando llego a él, me agacho con cuidado—. Connor, háblame —lo ayudo a voltearse, y tiene su cuerpo lleno de sangre—. Dios mío,