Cap. 55 Una bella tarde.
Su boca llega directo a apoderarse de mis senos como un niño hambriento, mientras sus manos bajan a mi zona para acariciarla. Son caricias suaves, en forma de círculo, que me hacen perder el aliento. Sus labios vuelven a apoderarse de los míos en un beso intenso, lleno de placer, mientras sus manos siguen jugando debajo de mí.
Sus manos me abandonan y, cuando estoy a punto de protestar por sentir ese vacío, con ellas toma mi nuca y me besa con más pasión aún. Comenzamos a dar pequeños pasos hasta llegar a la cama.
—Qué hermosa vista —dice después de recostarme y abrir mis piernas.
Sus manos abren aún más y él solo observa embelesado como si de verdad estuviera viendo una obra de arte. Se inclina y su boca va directo a ese lugar que palpita emocionado por él. Ambos se reciben por fin con la misma entrega. El movimiento de su lengua dentro de mí me tiene en otra galaxia; es increíble la sensación que mi cuerpo comienza a contraerse.
Sus manos se sujetan de mis senos, apretándolos y masa