Cap. 36 Una piedra en el zapato.
—Justo en la tienda donde debería estar tu chofer esperándome, le dije que no se moviera de aquí, solo Sali por unas telas y al regresar ya no está. Definitivamente, lejos de ayudarme, me estorba y dificulta el día, llevo minutos perdidos buscándolo yo también. —Creo que me he vuelto una buena actriz, claro, tengo en casa a todo un maestro que algo le ha aprendido.
—Quédate ahí donde estás, ahorita le digo que vaya contigo —dice y cuelga.
—Señora, la busqué por todo el centro comercial. ¿Dónde estaba?
—¿Te tengo que dar explicaciones? —le digo arrogante.
—No, discúlpeme, es solo que me preocupe de no verla.
—Te ordené que me esperaras aquí. Si obedecieras, nada de esto estaría pasando y no sé por qué tuviste que llamar a mi esposo para angustiarlo. ¿No era más fácil que me llamaras a mí?
—Lo siento, no lo pensé, solo me preocupé —mentiroso, le comió en ansia por contarle el chisme a su jefe.
—Bueno, pues estuve todo el tiempo en la tienda de telas. Ten que están pesadas y ya me cansé