Por Pupy
Emma subió al auto, agradeciendo al chofer con una sincera sonrisa.
Es cautivadora.
Se acomodó en el asiento y se inclinó, con naturalidad, para saludarme con un beso en la mejilla y ese gesto fue con más indiferencia que la sonrisa que le dedicó a Mario, mi chofer.
No creí que las relaciones públicas fueran lo suyo.
-Buenas noches.
-Buenas noches.
Contestó devolviéndome el saludo.
-Estás… deslumbrante.
Busqué una palabra menos poderosa, no porque no estuviera realmente deslumbrante, si no porque no quería darle más poder, aunque sí quería ser atento.
-Muchas gracias.
El vestido no tenía etiqueta de la marca, en general, las grandes marcas se distinguían por sus diseños.
Tengo una textil y entiendo de marcas.
Tiene puesto un Valentino.
Sus aretes son diamantes, su brazalete en combinación, hablan del buen gusto.
Una gargantilla rodeaba su cuello, no era ostentosa, era delicada, pero no por eso menos valiosa.
No me impresiona el dinero, soy un empresario poderoso y mucho más r