Sospechas confirmadas

Ahí estaban Margaret y Richard, viéndose con los ojos muy abiertos, con los corazones acelerados y no era por el acto pasional que acababan de cometer, sino porque Alexander había irrumpido antes de que su hermano gemelo pudiera irse sin dejar rastro de su presencia.

Margaret se cubrió la boca y Richard observaba sin poder hacer mucho, no sabía cómo iba a salir de ese embrollo. Si acaso le tocaba pelear con él estaría dispuesto a hacerlo, ganas no le faltaban para ponerlo en su lugar de una vez por todas, pero la mirada de la joven que tanto amaba le decía que no abriera la boca.

—Cariño, estás en el baño, ¿verdad? —inquirió Alexander mientras se pegaba a la puerta de dicho cuarto de baño—. Abre de una vez, así acabaremos lo que teníamos pendiente.

La joven madre escuchó con detenimiento sus palabras, pero más su tono de voz, que sonaba arrastrado y lento ¿Acaso estaba borracho? Margaret señaló su oído para indicarle a Richard si escuchaba lo que ella y é confirmó.

Ambos amantes
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