—¡Así que el buen hermano decide hacer acto de presencia! ¡No escaparás de las consecuencias de tus acciones! —dijo con un tono despectivo.
Richard volteó para encarar a Alexander. A los ojos de Margaret ambos se veían tan similares, pero sus esencias eran totalmente diferentes.
—Ya fue suficiente de esto, Alexander. No permitiré que sigas haciendo daño a Margaret. Las acusaciones en su contra son falsas, y lo demostraré a como dé lugar.
Alexander hizo una mueca de burla y comenzó a reír siniestramente.
—Tus palabras no tienen peso aquí. Te aseguro que pagarás por lo que has hecho. Y Margaret, no importa cuánto intentes aferrarte a él, no te salvará de tu destino. Ambos morirán, este es el final para las escorias de mi vida.
Mientras Alexander insultaba a Richard, los guardias lo esposaron y lo sacaron de la celda. Margaret observaba con angustia, deseando poder abrazar a Richard y protegerlo de todo eso.
—Richard, mejor huye —dijo Margaret entre sollozos—. No sé qué puede hacer Alexa