Al llegar, Richard entró como si nada por el portón principal y caminó por los pasillos de la mansión, observando cada detalle y suspirando al notar la ausencia de sus padres.
La sensación de alivio se apoderó de él, pero su instinto le decía que algo no estaba bien. Tatiana y James se unieron a él sigilosamente, habiéndose infiltrado por el pasadizo secreto que ya conocían muy bien.
— Parece que mis padres no están aquí. Debemos aprovechar esta oportunidad para buscar cualquier pista que nos lleve a Margaret o que incrimine a Alexander y a Miriam — susurró Richard.
— Estoy lista, Richard. Vamos a encontrar esas respuestas y sacar a Margaret de esta situación — musitó Tatiana con convicción.
— Estoy contigo, Richard. Haremos lo que sea necesario para descubrir la verdad — susurró James.
Mientras tanto, Tom se mantuvo vigilante en su auto estacionado frente a la mansión, ocultando su identidad con un sombrero y gafas de sol. Estaba dispuesto a intervenir en caso de que algo saliera ma