El vestíbulo se llenó solo del chirriante sonido de los lastimeros sollozos de Falcon y Julia. Tras un largo momento, finalmente dejé mi taza.
El nítido tintineo de la porcelana al chocar con la madera cortó el aire, obligándolos a ambos a guardar silencio. Me miraron con ojos llenos de temor, pero más que eso, de desesperada esperanza.
Sonreí levemente, aunque no había emoción en mi voz cuando hablé.
—Si mi hermano no hubiera llegado a tiempo ese día, ¿alguno de ustedes me habría perdonado la vida?
La pregunta los golpeó como una bofetada. Se quedaron paralizados, con el rostro pálido, la boca abierta, pero sin palabras.
—Julia —dije, volviendo la mirada hacia la mujer que una vez me había menospreciado como si fuera basura—. ¿No es tu sueño convertirte en Luna?
Asintió sin poder contenerse, con un destello de delirio aún brillando en sus ojos.
—Y tú, Falcon —dirigí mi atención hacia él y comenté con un tono divertido—. Ignoraste a tu compañera elegida y dejaste que ella me pu