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Con extremo cuidado empuje la puerta y una habitación debilmente iluminada aparecio tras de mi, el suelo era de baldosas blancas así que me dehice de mis zapatillas tomandolas con mi mano libre y en sigilo comence avanzar al interior, no tardé en localizarlos, una risita masculina y los suaves gemidos de una mujer aparecieron de la primera habitación, sin prisa alguna pase la mirada por el cuarto de hotel, los muebles deshechos, botellas de alcohol y copas en la barra de la cocina, ropa esparcida por todos lados; me pase el folfer amarillo bajo el brazo que sostenía las zapatillas y saque mi celular del bolsillo de mi falda, comence a grabar el lugar y sobre todo enfocando la ropa de mi esposo y su amante, me acerque a la habitación, tenian la luz encendida asi que me mantube en la oscuridad del pasillo mientras grababa un poco a mi esposo montando a esa mujer, espere que llegara el dolor, ese dolor punzante en el pecho que impedia respirar, pero jamás apareció, lo único que pude sentir fue asco; sonreí un poco, guarde mi teléfono y comence a ponerme mis zapatillas de nuevo a pasos cuidadosos me pare en el humbrar de la puerta, que comienze el show, con todo el descaro del mundo puse una sonrisa en mi rostro y toque la puerta.

Ambas cabezas se movieron como un látigo en mi dirección, a los dos parecía que se les iban a salir los ojos, me arrepentí de haber guardado el celular, esto era algo digno de rememorar, mi esposo se bajo del cuerpo de la chica y se apresuró a cubrirla con una sábana, levante ambas cejas… “Que caballero” él por su parte se levantó y tomó una toalla del suelo para cubrirse.

— Alejandra ¿Qué haces aquí…? esto no es…- levante la mano para que se callara, no quería que escupiera más mentiras.

— Ahórrate la saliva, estoy segura que las mentiras son tu fuerte, pero conmigo ya no.

Sus ojos se posaron en el brazo que mantenía oculto tras mi espalda, sus ojos azules se llenaron de preocupación y cautela, hacía bien, solo tenía un sobre escondido, pero podría apostar a que el se imaginaba un arma, este tipo de situaciones siempre terminaban en tragedia.

— Alejandra… no vayas a hacer una locura ¿Si? Vayamos a la cocina y hablamos.

Estiró ambas manos en lo que se acercaba a donde estaba, levanté una ceja.

— No…te muevas. No vamos a ir a ningún lado a hablar, tu me vas a escuchar.

Se quedó quieto como una roca, le lancé una mirada rápida a la chica en la cama, ella mantenía los ojos cerrados mientras las lágrimas se derraman con fiereza, parecía estarle rogando a una deidad, para que la desaparecieran del lugar, pero la secretaria de mi esposo no era de mi interés, cuando mi mirada regresó a Aaron tragó saliva.

— A partir de ahora puedes tener las amantes que se te den la gana… tienes, mi permiso por así decirlo.

Aaron se quedó en shock, la mujer en la cama también, incluso su llanto desesperado cesó, ahora ambos me observaban como si me hubiera salido otra cabeza.

— ¿Qué? . - es lo único que Aaron logró decir, estoy segura que no era lo que esperaba.

— Lo que escuchaste… y no creas que lo hago por ti… es por mi. ¿Leíste nuestro contrato familiar? - su mirada de confusión me confirmó todo, puse los ojos en blanco.— Una cláusula estipula que el matrimonio no puede ser roto en menos de 10 años, porque si no… perderemos la herencia familiar que nos corresponde.

En este momento pareciera que estaba a punto de darle un infarto, ojalá hubiera sido así, se dejó caer con pesadez en la orilla de la cama.

— Así que… te propongo una tregua. Tu puedes seguir con lo que has estado haciendo estos 6 meses de matrimonio, revolcandote con cuanta mujer acceda a abrirte las piernas, ante las cámaras y todo mundo del exterior seremos una pareja felizmente casada pero… en casa no seremos más que dos personas que cohabitan juntas, tendremos nuestras propias habitaciones, lo más lejos que se pueda una de la otra y no quiero que me pongas la mano encima bajo ningún motivo, tu y yo ya no somos “Esposos” del todo.

La  mirada de Aaron se tornó dura, al principio la idea de seguir con su desastre no le pareció mal, pero lo que venía junto con aquella libertad no fue tanto de su agrado.

— ¿Y tú vas a hacer lo mismo? Estar con otros… hombres.

El solo dejar escapar las palabras fue como si estuviera ahogando con algún tipo de ácido, me vi tentada a darle un sí definitivo, pero estuviera mintiendo, no era algo que estuviera en mi mente sinceramente.

— ¿Con qué cara me preguntas eso? si lo llegara hacer, ya no sería asunto tuyo.

— ¿Y si me niego? .- Supongo que en algún punto sacaría su lado Bickford posesivo y arrogante, le gusta hacer, pero no que se lo hagan.

— Si te niegas, me veré obligada a tomar el camino de la guerra.

Le arrojé el folder amarillo que tenía tras mi espalda, por instinto se hizo un lado, no pude evitar reir, ¿Que esperaba? una granada… me lanzó una mirada asesina, uní mis manos a mi espalda y le hice seña con la cabeza al folder, él se acercó para tomarlo, al abrirlo su rostro se desencajaba más y más; eran fotografías de él, con cada una de las 3 amantes contando a la que estaba tras de él ahora, claro, con las que me había engañado estos 6 meses de matrimonio, se dejó caer, se llevó una mano a la boca y  me lanzó una mirada asesina.

— Si te niegas a tomar el camino de la paz, iniciará una demanda de divorcio por infidelidad, tus padres fueron muy renuentes a que no se incluyera la infidelidad como motivo de incumplimiento de contrato, pero… estoy segura de poder lograr que se rompa el contrato sin perder nuestros beneficios, pero se va crear todo un caos mediático, ¿Te imaginas? el escándalo, la caída de acciones, pero sobre todo tu apellido es el que quedaría por mucho mal parado, así que tu decides Aaron, si te estoy dando la oportunidad de paz es porque aprecio a tus padres y no creo que sea justo hacerlos pasar por todo ese caos por culpa del verga caliente de su hijo, esta me parece la manera más madura de lidiar con esto sin embarrar a nuestras familias.

Aaron soltó un pesado suspiro y dejo caer la cabeza, apoyó los codos en sus rodillas y metió el rostro en sus manos, me quedé en espera de que aclarara sus ideas, porque no me iba a ir de aquí sin una respuesta, movimiento en la cama llamó mi atención, la chica comenzó a ver las fotografías, el horror al descubrirse en ellas fue hermoso.

— No puede publicar esto. ¡No puede humillarme y exponerme así! .- Solté una carcajada, de por sí la cara de la chica ya estaba roja, se puso más.

— Que cinismo de tu parte, humillarte ya lo hiciste tu sola al aceptar revolcarte con un hombre casado.

— ¡Yo no tengo nada que ver aquí! el compromiso lo tenía él con usted, no yo.

— Si vas con un ladrón a asaltar un puto banco, aunque tu ni siquiera entres asaltar y te quedes afuera esperándolo para huir ¿Crees que la policía te va dejar ir si los atrapan? Solo por que tu no tenias un arma y tu no te metiste a asaltar… eres cómplice, eras consciente de todo,  si, el me falló a mi, pero tu te fallaste a ti misma, tu solita te metiste en este lío y si te estas viendo involucrada en esta guerra mía y de él, es porque tus propias malas decisiones te metieron en esto.

— Ya basta, cállate de una puta vez .- Aaron por fin levantó la cabeza, fulmina con la mirada a la mujer a su lado y después voltea a verme a mi.

— Esta bien Alejandra, tu ganas… estemos en paz, ¿Pero que pasara después que se cumplan esos 10 años?

— Divorcio.

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