Capítulo 1

El ambiente ya no es caluroso, ahora es húmedo y frío. Ojalá hubiéramos podido quedarnos más tiempo en la casa cerca de la playa y no regresar húmedo bosque que rodea nuestra casa. Como sea, regresé a casa con un anillo en el dedo de la mano y con una sonrisa que nada ni nadie podrá borrar al menos por un mes.

Busco el cuerpo de Daniel, pero no está, siempre hace eso. Por la noche nos acostamos juntos, pero por la mañana, cada quien se levanta por su lado y sin decir nada. Por una parte entiendo a ese chico, soy sincero cuando digo que soy una floja que odia levantarse a primera hora del día, en cambio él se levanta cuando ve el primer rayo de luz traspasar la ventana. Según él, es un hábito que tomó cuando estaba estudiando la universidad. Creo que también debería de estudiar alguna carrera universitaria, el problema es que no sé cuál y solo por eso no apliqué solicitud en ninguna máxima casa de estudios. Soy un fracaso y no me da pena admitirlo frente a mí, pero con los demás trato de pasar el tema de largo. 

Es hora de levantarme de la cama o volveré a dormirme. Como siempre, mi desayuno está sobre la encimera cubierta con una servilleta de tela esperando a ser comido. Por ahora no tengo apetito, lo que quiero es ver a Daniel antes de hacer cualquier otra cosa. Sé donde está, porque siempre hace lo mismo todos los días exactamente a esta hora. Voy a la puerta trasera que ahora da paso al gimnasio de mi chico y ya no al patio trasero. Daniel ha cambiado la casa demasiado, podría decirse que despierta y tiene una idea nueva para ella.

Aviso con unos golpes en la puerta sobre mi presencia, pero no hay respuesta, así que vuelvo a tocar.

—¿Puedo pasar?— pregunto desde afuera— ¿Daniel?— mi incertidumbre me puede más que la privacidad así que entro al lugar, un lugar completamente vacío. 

No me gusta estar sola, ni siquiera mi perro está. Cierro la puerta y regreso a la cocina, ahora sí que tengo hambre. Quito la servilleta y miro el contenido del plato: pan tostado con aguacate y huevo. La comida saludable que me cocina Daniel me mantiene en forma. Me haré compañía con la televisión, la enciendo y busco un canal de chismes, esos donde varias personas hablan a la vez. Las voces desconocidas me harán compañía. 

Lavo el plato y la taza que usé, me gusta lavar la vajilla cuando él cocina, así no tiene que hacer varias cosas solo. He dejado el móvil en la habitación, con pereza subo por él. Sonrío al ver que tengo dos mensajes de Daniel.  

Mensaje de Mon Soleil para Elizabeth 17 de agosto del 2019 a las 9:02 AM: *Tuve que salir de emergencia, desayuna, estaré en casa por mucho en tres horas* 

¿Tres horas? Bueno, ahora mismo son las 10:13 así que falta menos para que regrese.

El segundo dice: *Por cierto, no olvides que te quiero* 

Mensaje de Elizabeth para Mon Soleil 17 de agosto del 2019 10:14 AM: *Yo también te quiero, no tardes.* 

Tomo un yogur de la nevera, tengo hambre. Lo como con detenimiento mientras pienso que debería de hacer en las próximas dos horas. A las cinco de la tarde será la reunión en la casa de Bruno, pero también James quiere verme. Así que eso haré, iré a visitar a mi hermano, bueno, a James. Desde hace dos años, James y yo no hemos sido muy unidos, al menos no como antes. Aranza lo mete a una burbuja imposible de romper, jamás haría eso con Daniel. Él se lleva demasiado bien con sus hermanos, hacerles eso es ridículo. En fin, Aranza y yo somos diferentes. 

Media hora después estoy en mi camioneta conduciendo hacia la que dejó de ser mi casa desde hace dos años. El tiempo se pasó demasiado rápido, en un abrir y cerrar de ojos salí del instituto. Daniel y yo cambiamos, en cierto sentido maduré un poco más, empecé a entender varias cosas y sobre todo perdoné a todos a los que me hicieron daño, entre esas personas incluida Andrew. Son muy pocas las veces que pienso en él, la cosa es que no tengo recuerdos bonitos con él que pudieran inundar mi cabeza de vez en cuando, al contrario, lo único que quiero es olvidarlo. 

Llego al territorio de la manada del guapo de mi hermano y de mí no muy buena cuñada. Estaciono el auto cerca de la entrada de la casa, ya que no tengo acceso al estacionamiento de la casa y aunque me gustaría que mi camioneta estuviera más segura, debo de dejarla afuera. Con timidez toco la puerta, hacer esto me pone nerviosa aún y cuando las personas que viven aquí son mi familia. 

—¿Cariño?— es mi madre quien abre la puerta y le recibe —Que hermosa te ves, perfecta.— Me toma de la mano y me arrastra hacia el interior. Carajo, antes este pasillo estaba lleno de fotografías familiares y ahora solo hay retratos de Lenin. 

—Hola, mamá— suspiro, espero que esto no haya sido un plan de mi hermano, porque si no me molestaré.— No había venido a visitarlos, porque he estado muy ocupada. 

—¿Qué has hecho en el último año? Estamos tan cerca, pero no sé nada de ti aun así. —Lo que dice es verdad, hace mucho tiempo que preferí tomar distancia. Tomar una pequeña gran distancia marcó la diferencia para mi estabilidad emocional. 

—En enero empecé un curso de fotografía, me gustó tanto que me inscribí en una academia de artes en la ciudad que oferta una carrera profesional sobre eso. Estoy muy feliz, me gusta tomar fotos y tomarlo en serio fue una buena idea.— Explico.

—Me gustaría ver lo que haces, tienes alguna manera de mostrarme las fotos que tomas— la verdad es que una de las cámaras que uso está gastada en mi camioneta, está ahí por cualquier cosa. 

—No, no tengo nada que mostrarte— maldición, he sonado muy cortante y grosera —por ahora.— Mi madre me mira con cautela y yo para aliviar la tensión sonrió como una tonta.— Por cierto, ¿En dónde está James?

—Está con Aranza, obviamente. —Comenta con tristeza— Llame el día de tu cumpleaños— vi la llamada, pero preferí no contestar.

—Lo sé, lo siento mucho por no tomarte la llamada, pero estuve muy ocupada— con Daniel en mi cama —Una semana antes de mi cumpleaños decidimos salir de viaje, pasamos todos los días fuera de casa, así que ni siquiera miraba el teléfono hasta la noche. 

—No estaba enterada de que no estaban en Parsons, siento que no se nada de tu vida Eli y sinceramente eso me pone muy triste. Vamos a tomar algo, ¿un café? ¿Cerveza, agua, jugo?— efectivamente mi mamá no me conocía y no me conoce, ¿cerveza? No me gusta. 

—Un jugo de arándanos si tienes— como no me quiero quedar sola, la sigo hasta la cocina.— Esta cambiada— comento.

—¿Qué? ¿La cocina o la casa? Me hubiese gustado que Daniel viniera contigo, así podía agradecerle los buenos diseños que hizo para este lugar, es un buen arquitecto y un buen yerno.— Intento no parecer sorprendida, que vergüenza admitir que mi mate ni siquiera me lo haya dicho, ¿por qué siempre me debo de enterar de las cosas al final? 

—Le diré que venga a visitarte— susurro—, pero no prometo nada, está algo ocupado.

—Por eso valoro que nos haya ayudado con la remodelación— me entrega el vaso con el contenido rojo, lo tomo y bebo, lo necesito, si tan solo tuviera un poco de whiskey o ron, solo para que el mal humor se vaya.

—Es un buen chico—, pero un maldito mentiroso— La verdad es que estoy algo corta de tiempo, debo de regresar a casa.

—¿Es por la fiesta que Bruno te organizo?— no me interesa saber como es que sabe eso, así que solo me limito a responder que si con un movimiento de cabeza.— ¿Por qué el sí y yo no?

—Él es insistente, los dos últimos años he pasado con él todas las celebraciones posibles, incluyendo mi cumpleaños, en serio valoro que él querrá recuperar el tiempo perdido, pero no creo que sea necesario, sin embargo, no quiero dañarlo, por eso admito todo.

—Ya me acostumbré a ser la mala del cuento— suelta, no pelearé, no dire nada grosero e ignoraré ese mal comentario.

—Iré a buscar a James— doy media vuelta para salir de la nueva cocina. No me siento segura deambulando por este lugar sola. Para mi buena suerte, James abre la puerta de la casa.— Hermano.— Saludo.

—¿Esa camioneta es tuya? Carajo, cambian de auto como cambian de calcetines— se burla— quisiera darme ese gusto, pero el trabajo que mi padre me ha dado no genera lo suficiente— tu padre...

—En efecto, es mía, un regalo de Daniel.

—Necesito que me dé consejos para hacer rendir mi dinero— si tan solo supieras de donde sale el dinero...— Pude notar que te regalo una cámara de varios miles de dólares, eso me pone inseguro, espero que te guste mi regalo— busca algo en su bolsillo y saca una cajita negra, me la ofrece y la tomo con algo de dudas. Al abrirla, deja al descubierto un bonito collar de oro con un dije de una mariposa.

—Muchas gracias— me lanzo a él para darle un abrazo— es divino.

—No cuesta tanto.

—Cállate ya, eso no importa en lo absoluto— deshago en abrazo y le doy en collar para que me ayude a ponérmelo en el cuello. 

Mi felicidad termina en cuanto Aranza baja por la escaleras y nos ve. Me mira de arriba a bajo con detenimiento. Su mirada me incomoda, pero finjo que no es así. Estoy esperando a que hable y que suelte su típico veneno.

—Lenin quiere verte— comenta mientras los últimos escalones de las escaleras —ha estado llorando toda la mañana y tú ni siquiera estás. 

—Subiré a verlo. Vamos Eli— me toma de la muñeca y me guía, por Dios, como si no conociera esta puta casa.— veras a tu sobrino— por segunda vez desde que nació. 

Entramos a la que antes era mi habitación, ahora está decorada con estrellas y osos en toda la pared. Hay cuadros de animales y peluches de todos los tamaños. En medio de la habitación está una cuna, donde Lenin yace. Me resulta difícil verlo con melancolía, tiene un año y medio, y la verdad es que ni siquiera recordaba su cara.

—Es bello— digo mientras con vergüenza tomo su manita— y pequeño, se parece a ti— lo bueno. 

—Tiene mis cejas y la nariz, lo demás es de Aranza —eso no es verdad, se parece mucho a James. 

—Perdóname que te lo diga, ¿pero no crees que fue muy pronto?— Aranza resultó estar embarazada seis meses después de que yo partiera definitivamente de casa. 

—Si te soy sincero, sí. Lo admito, ni ella ni yo estábamos preparados para esto, pero no hay vuelta atrás. Solo pasó, no fue planeado, pero lo que sí fue planeado fue la decisión de tenerlo. —Lenin nos mira, s puesto a que no entiende quien es el ser que lo mira.

—Hola Lenin, soy yo, tu tía —juego con su mano y el niño sonríe, que bella sonrisa. —Estás muy guapo, te pareces a tu papá. —El niño se lleva su otra mano a la boca y empieza a babearla.— Cuando necesiten que alguien lo cuide, me ofrezco y sin paga— sería lindo.

—Pues te tomamos la palabra esta noche— interfiere Aranza detrás de nosotros —nuestro segundo aniversario, ¿recuerdad James? Ni siquiera lo celebramos. 

—Aranza, hoy no. Te dije que lo haríamos, pero no hoy.— James la abraza y Aranza intenta no llorar. En serio me compadezco de ella, se ve cansada. 

—Si es por la noche puedo hacerlo— puedo terminar mi fiesta a la hora que yo quiera, ¿no?— Aunque preferiría que fuera otro día, no sé nada de bebés. 

—Ni yo— admite Aranza, ahora entiendo lo difícil que es tener un hijo, no importa la edad en la que decidas ser mamá, siempre es difícil y yo, por ahora y por varios años no quiero experimentar. 

—Deberíamos de salir un día, para que alivies los nervios— es una propuesta tentadora y estoy segura que después me arrepentiré. 

—Definitivamente aceptaré— Ara me dedica una sonrisa sincera.

—Bueno, creo que me debería de ir a casa— acaricio la pequeña  cabeza de Lenin —Adiós bebé, estás gigante. Espero poder verte pronto. —Sus papás me miran atentos, James con una sonrisa y Aranza seria.

—Te acompaño a la puerta— se ofrece James y se lo agradezco demasiado, tengo temor de encontrarme con Marck.— Adiós, pequeña mujer— dice en el momento en el que llegamos a la salida. 

—Adiós señor, vaya a ocuparse de su vida paternal. —Le dedico una sonrisa y camino hacia la camioneta. 

Tengo muchas ganas de llegar a casa, quiero reñir un poco al Mentiroso Clark. 

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