Capítulo 2

Estaciono la camioneta fuera de la casa y a pesar de que es mía, Daniel la cuida como suya, así que cierro la puerta con un portazo. Sé que está en casa, también está su camioneta. Antes de que pueda abrir la puerta, Daniel sale a ver de dondo vino el ruido que más odia.

—¿Qué fue eso?— pregunta en seguida. —Es tuya, pero no la maltrates.

—Puedo hacerlo, deja de preocuparte tanto por ellas— me quejo, paso junto de él y sé que sabe que estoy enfadada. Dejo mi bolso en la mesa del recibidor y entro a casa, necesito agua. 

—¿Me puedes decir en dónde estabas y por que estás enfadada? —yo ignoro su pregunta, solo tomo agua. 

—No estoy enfadada —¿lo estoy? Bueno, Daniel debería de saber que no tolero las mentiras. Las mentiras destruyen o construyen y no quiero que pase lo primero. 

—Claro que sí, ni siquiera me has besado en cuanto llegaste. Entiendo lo del beso, pero siempre me abrazas. —Su queja me resulta tierna, solo que ahora estoy un poquito molesta y no bajaré la guardia. 

—¿Has hecho algo con lo que podría estar "molesta"?— me mira extrañado, incluso piensa que pudo haber hecho.

—No— responde, parece sincero, pero sé todo.

—¿Estás seguro?

—Ya Eli, dispara— suspiro dos veces seguidas, que cansado es batallar con un <Mentiroso >— ¿Mentiroso?— carajo, lo he dicho en voz alta. 

—Sí, mentiroso. Detesto las mentiras, los secretos no van conmigo —dejo el vaso en el fregadero y tomo una manzana del frutero. La muerdo y mastico bajo la mirada de mi mate y muy pronto, mi esposo. Éste pensamiento me obliga a mirar el anillo, está muy bonito.

—No soy adivino, por favor dime que es a lo que te refieres —me gusta que Daniel siempre toma su distancia, me da mi espacio. 

—¿Cuándo pretendías decirme que habías estado trabajando para mi familia?— escudriño su rostro, está sorprendido.— Fui hoy a la casa de mis padres y oh sorpresa, está muy cambiada. 

—Ya, ya, ya. Lo admito, no trabajé para tu familia, fue un favor. Tengo tiempo y personas que pueden hacer ese tipo de cosas, cariño. Fue algo que tu mamá me pidió. No quise negarme, es tu familia Elizabeth. 

—Lo acepto y en cierto punto lo acepto, pero lo que no acepto es que me hayas mentido. —Daniel se acerca a mí y me abraza, me pega contra su pecho y se siente de maravilla. Su método para detener mi furia siempre es efectivo, deja que le exprese, me escucha y cuando sabe que he terminado de quejarme, me abraza o me besa y es cariñoso.

—Lo siento, debí de decirtelo. Espero puedas perdonarme, debí de pensarlo mejor.— Deposita un pequeño beso en la coronilla de mi cabeza.

—Por favor, no me ocultes cosas que tienen que ver conmigo. Puedes hacer y deshacer lo que sea, pero a mí no.— Me abrazo un poco más a su cuerpo.

—Lo sé, no volverá a pasar. Te lo prometo, ya lo he entendido y te juro que voy a mejorar, cada día lo intento y espero ser mejor para ti.

—Bien— me despego de él y le doy un beso en la mejilla.— Todo está bien entre nosotros— digo antes de que pregunte.

—Dame un beso en los labios, por favor —hago lo que pide, pero no como lo quiere —así no, así. —Sustituye mi beso casto por uno que se desborda de pasión. Nos tenemos cuando simplemente ya no nos queda aire en los pulmones.

—Iré a darme una ducha —subo a mi habitación, a la habitación donde guardo mis cosas y donde de vez en cuando me relajo. Enciendo el ordenador y conecto la memoria de una de mis cámaras más antiguas, tengo ganas de ver mas fotos que tomé por lo menos hace un año. 

Todas las fotos no tienen un enfoque tan bueno, algunas están quemadas por la intensidad de la luz. Están horribles, tienen baja calidad aún y cuando la cámara era buena. Paso de imagen y me encuentro con la foto que Daniel me tomo para mi identificación falsa, que buenos momentos llenos de drama y problemas. Agradezco que eso se haya acabado. También sale en la lista fotos de él, viendo estas fotos, me he dado cuenta de que ha cambiado. Se ve más grande y eso es por la barba. 

—¿No te ibas a duchar?— la intromisión de Daniel me asusta.

—Me asustaste— me quejo con una mano en el corazón —¿Qué necesitas?

—Te busqué en el baño.

—Estoy haciendo unas cosas por aquí —intento salir de la página del visor de imágenes antes de que se dé cuenta de que estoy viendo fotos antiguas, pero se ha trabado.

—¿Fotos mías?— se burla— me siento como una celebridad. 

—¿Celebridad?— yo también suelto una risa sarcástica —No tienes la madera para serlo.

—¿Crees que no? Pues igual y no tengo miles de fans, pero tengo solo una y con eso me basta — me pica la frente con el dedo índice, le aparto la mano e intento cambiar de imagen, pero salen más fotos de él. 

—Carajo, debería de quemar ésta memoria, está llena del amor de mi vida— sonrio como una tonta, está muy guapo, sacarle fotos es un privilegio. 

—Son demasiadas fotos mías, no he visto ninguna que sea tuya —me aparta la mano para teclear en el teclado, pasa las imágenes buscando alguna foto mía. Sé que debe de haber una, pero no del momento en el que nos conocimos, sino de antes. —Oh, aquí hay una— que vergüenza que vea eso. Yo con 14 años vestida con una camiseta blanca con el logo de One Direction y unos pantalones rojos. 

—No veas eso, que vergüenza —cambio la foto, esta vez no solo es mía, si no también de mi familia. 

—He visto esa foto antes— dice Daniel.

—Estaba en mi casa, supongo que cuando la visistaste la viste. 

—Fue... si, supongo que sí. —Sonríe y me da un beso en los labios. —Vamos a la ducha, también quiero lavarme. He hecho ejercicio en la mañana y me siento sucio. 

—Ojalá tuviera tu fuerza de voluntad para levantarme temprano en las mañanas.

—¿Quieres hacer ejercicio conmigo?— propone ilusionado.

—No, ya lo hemos hablado y ya lo hemos intentado— me pongo de pie y paso mis manos por detrás de su nuca.— Pero, lo pensaré. 

—Es divertido, por eso te insisto. 

—Lo sé guapo, pero soy demasiado perezosa— le doy un pico en los labios antes de decir—, perp por ti hago lo que sea.

—¿Te parece si empezamos el lunes?— aunque no quiera lo intentaré de nuevo.

—Si, pero ¿puede ser en la noche? Es que tengo clases en la academia después de las nueve y tú bien sabes que no le levanto tan temprano. 

—Está bien, por ahora será en la noche, pero créeme que será peor.— Me toma la mano que tiene el anillo y me besa los nudillos, que acción tan tierna

Llegamos a la casa de mi papá después de las cinco. Mis hermanos al verme vienen y me abrazan con fuerza. 

—Hola Eli— saluda Larry, me da pequeño regalo. Es una cajita envuelta en un pedazo de papel,— Abrelo— me ordena, bajo la mirada de mis tres hermanos lo hago, es un pequeño portarretratos con una foto nuestra. 

—Muchas gracias, Larry, es perfecto. Así tendré otra pieza para decorar mi habitación. —Nos abrazamos por un momento y después nos soltamos.

—Es mi turno— comenta con dulzura Franck— lo hice yo mismo— él no se ha tomado la molestia de envolverlo, él tiene la astucia de darlo así —No lo envolvi porque es papel desperdiciado y contamina.

—Frack se volvió ambientalista desde que tuvo un curso de ecología y demás —me explica Bárbara.

—Gracias Franck, puedes ponermela— mi hermano toma la pulsera hecha a mano y me la amarra.

—Melany, es tu turno— Bárbara le pasa una bolsa a Mel y ésta me la da.

—Yo le pedí dinero a mis papás, mereces algo caro y bonito —sus palabras nos hacen reír a todos incluyendo a Daniel.

—Vaya, Melany, creo que has dejado a tus papás sin dinero.— Reviso el contenido de la bolsa roja, dentro de ella hay una caja y pesa.— ¿Me pregunto que será?

—Es para...

—No Mel, no se lo digas— interviene Franck. Saco la caja y me sorprendo por lo que es, es un lente para cámara. 

—Estoy sorprendida— admito, creo que éste es uno de mis mejores cumpleaños de toda mi vida.— Gracias a todos— guardo la caja y el regalo de Larry en la misma bolsa.

—Ahora hay que partir la tarta— Bárbara toma a la mano de Mel y nos guía a la cocina donde está mi papá acomodando los platos y la vela en la tarta. 

Me hubiera gustado que esto pasara cuando estaba pequeña, cuando necesitaba que alguien me quisiera y me pusiera atención. Ahora se siente bien y reconfortante, pero ya no es necesario. 

—Hija —Bruno se acerca y me da un beso en la frente —Feliz cumpleaños, cariño. Tengo algo para ti.

—Por favor, ya paren con tanto regalo, me estoy poniendo nerviosa —me quejo. Mi papá saca un algo rectangular de algún lado, tiene papel por todos lados.

—Es hecho para ti— lo tomo y es delgado, pero pesado.— Velo, quiero ver tu reacción. 

—insisto, todo esto me pone nerviosa— retiro el papel se un tirón.

—Miren su cara, les dije que les gustaría .

—No puedo creer, esto es...

—Se merece estar en el mejor lugar en la casa,— cometa Daniel —debería de estar en un altar.

—Gracias, papá —recargo el cuadro en el primer lugar que veo para así poder abrazar a Bruno. 

—¿Quieres que te diga quién lo pintó?

—¿Tú?

—Un pasatiempo que había abandonado, pero aún no conzco muy bien tus gustos, así que no tuve muchas opciones. 

—Es el regalo perfecto —digo convencida y es que es que también estoy convencida de que éste es mi mejor cumpleaños de todos.

Me siento querida, en casa y muy feliz. 

—¡Elizabeth!— grita Bárbara de la nada, todos nos asustamos y la miramos atentos. —Dame esa mano, quiero ver tu mano.

—Bárbara, ¿qué pasa?— pregunta con miedo mi papá. —¿Qué tiene en la mano?— dirije la mirada hacia mi mano.— Carajo.

—¿Puedo verlo?— la esposa de mi padre toma mi mano y con delicadeza toca el anillo que posa en mi dedo— Es muy fino y delicado. 

—¿Decidieron hacer las cosas más formales?— Bruno le dedica una mala cara a Daniel, como siempre, mi pobre chico está más que acostumbrado y siempre finge que no lo nota.— Ya no solo entre los lobos, sino que también entre los humanos— dice para sí mismo— Muy buena noticia.

—¿Ya tienen fecha?— Danidl yo negamos con la cabeza, no han pasado ni dos días desde que Daniel mi pidió que me casara con él. Y por ejemplo hoy, estuvimos muy ocupados discutiendo sobre sus mentiras.

—Todavía es muy pronto, Bárbara,  espero que lo tomen con calma. No se apresuren, por favor — Bruno no dice más, pareciera que le molesta un poco Daniel. 

Durante estos dos años he evitado la plática sobre esas veces que iba a visitarme y a decirme que me alejara de él, aunque presiento que es un tema que yo ya sé. Así que no debería de tener miedo a que mi papá sepa alguna otra cosa más. 

—Al contrario que Bruno, espero que la boda sea pronto —Barb, nos da un pequeño abraza a cada quien.

En ésta casa siempre me siento llena de atención, ¿cómo es que Bárbara se dio cuenta antes que mi propia mamá? ¿Y james? Ni lo notó. Como sea, estoy feliz y quiero compartir mi felicidad con todos los que quiero, pero especialmente con Daniel, mi guapo y apuesto mate.

Leia este capítulo gratuitamente no aplicativo >

Capítulos relacionados

Último capítulo