CAPÍTULO 46

Después de convencer a Edon para que saliera de mi habitación y que no, en definitiva, no podíamos bañarnos juntos.

Cuando se fue aproveché para darme un baño y ponerme ropa parecida al uniforme de la empresa, puesto que el día de ayer lo destruí por completo.

Bajé al comedor, en el comedor se encontraba Myriam y Edon.

—Buenos días —saludé.

—Mi niña, mi salvadora. —exclamó Myriam— Si tú no estuvieras aquí mucha de mi gente e incluso yo hubiera muerto.

Ella se levantó de la mesa y se dirigió a mí para abrazarme.

—Es mi deber Myriam. —hablé, al mismo tiempo que la estrechaba —Me alegra verte bien.

Nos separamos del abrazo.

—Hasta me siento como una jovencita, no sé lo que hiciste, pero fue muy bueno.

Nos sentamos a la mesa, quede frente a Edon, quien me miraba de manera pícara. Me sirvieron un plato con mi desayuno.

—Lo que mi madre menciona es cierto —habló Edon, gracias a ti no la perdimos. Muchas gracias Circe —dijo guiñándome un ojo.

Sentí que mis mejillas se sonrojaron.

—En verdad
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