Se mordió el labio y estaba a punto de rechazar la idea cuando vio a Vivian saludando alegremente a poca distancia: —¡Daniel!
Silvia levantó la vista, solo para ver cómo el hombre abría la puerta del coche y bajaba de él, con un pulcro traje hecho a mano, y su mirada siempre oscura e insondable.
Silvia sintió inexplicablemente un pequeño cosquilleo en la cabeza, y se dirigió hacia el hombre.
—Sr. Caballero, qué coincidencia.
Daniel la miró de repente y soltó una carcajada: —No es casualidad.
Y en otro lugar, Leticia, que acababa de salir de las clases, apretó los dientes cuando vio el tablero con esa publicación de confesión, con el corazón cada vez más irritado y resentido.
¡Silvia era realmente una alumna de ese departamento de psicología!
¡No podía creer que esta mujer nunca mencionó el tema!
Pensar que Silvia realmente ocultó un secreto tan grande y no les dijo nada a su familia durante tantos años hizo que Leticia estuviera aún más segura de que Silvia lo hizo a propósito.
Esta zo