Milena llevó a Vivian adentro:
—Profesor Vargas, gracias por las molestias.
Ya había copiado el historial médico y los datos de Vivian, el profesor Vargas asintió e indicó que Vivian se sentara frente a él.
Pero desde que entró, Vivian había estado nerviosa con las manos entrelazadas, y tenía la cara tan pálida que solo se atrevía a mirar la punta de sus pies.
—No te pongas nerviosa —dijo el profesor Vargas con voz suave.
Vivian se sentó y siguiendo sus palabras cerró los ojos lentamente, pero sus manos seguían apretando nerviosamente su ropa.
El profesor Vargas le estaba haciendo hipnosis, y como Silvia se lo hacía constantemente, se durmió inmediatamente.
Pero sin importar lo que le preguntara, Vivian se negaba rotundamente a abrir la boca.
El profesor Vargas hojeó su historial médico incrédulo:
—No es posible, nunca había pasado esta situación.
Milena entrecerró los ojos:
—Después del secuestro se puso así.
Pensó para sí misma que qué mente tan frágil.
El profesor Vargas, ansioso po