Capítulo 21.
A la mañana siguiente, yo me encontraba bastante cómoda y calientita.
Me acurruqué aun más profundo en ese lindo aroma a pino y suspiré feliz… solo para recordar que mi casa temporal olía a polvo y que mi almohada no era tan peluda.
Abrí los ojos y me encontré estrujando el pecho del Alfa en su forma de lobo. Chillé y lo solté inmediatamente.
-Lo lamento, Alfa. – Dije abochornada. – No sé por qué sigo haciéndolo.
Él levantó levemente la cabeza y bufó antes de volver a cerrar los ojos.
-Uh… bien. Iré a darme un baño.
El tipo no se movió.
Bueno, eso era extraño. El Alfa no dormía mucho y tampoco se quedaba mortalmente quieto por las mañanas.
-¿Se encuentra bien?- Pregunté suavemente.
Sin respuesta. Entonces dejé de ver su pecho subir y bajar.
M****a. ¿Y si le había perforado un pulmón o algo al abrazarlo con fuerza?
En pánico, puse mi oreja contra su pecho pero no sentí o escuché nada. Miré su cara y puse un dedo tembloroso debajo de su nariz. Nada.
Hablando de limar aspereza