—¿Cómo…? —Cristóbal no pudo ocultar su sorpresa. Le impresionaba la rapidez con que Gabriela había descubierto que él era el enigmático Sr. Z.
—Casualmente observé que Laura te conocía, y recordé aquel video del derrumbe en la obra, con un ángulo tan privilegiado que solo podría provenir de alguien cercano a Álvaro… Pero no estaba del todo segura, así que puse a prueba a Laura —explicó Gabriela, con voz tranquila y un cariz casi distante.
Al escucharla, esa serenidad tan fuera de lugar le generó a Cristóbal una inquietud todavía más profunda.
—Lo siento —musitó Cristóbal—. Quise ayudarte desde el principio, pero temía que consideraras que nuestra relación es demasiado corta y que me estaba entrometiendo de forma excesiva. Cuando obtuve ese video, pensé que te serviría como herramienta de negociación frente a Álvaro, sin imaginar… que al final lo entregarías directamente a mi hermana.
—Más bien debería avergonzarme yo —replicó Gabriela, con una ligera mueca de burla hacia sí misma—. Cre