—¿Qué cómo que «qué»? —replicó Carmen, poniéndose de pie de golpe—. Se enteró de que lo engañaste durante tres años, y el disgusto lo llevó directo al hospital. ¿Acaso no temes que busque venganza o te haga pagar por todo?
—¿«Lo engañé»? —repitió Gabriela, y soltó una risa ahogada, sin humor.
En el fondo, antes de ver el video de la charla entre Álvaro y Mattheo, ella seguía dispuesta a creer en el amor de Álvaro. Por muy cruel que él fuese o por mucho que soliera priorizar su propio beneficio, en su interior, Gabriela había guardado algo de fe. Pero la verdad le azotó con una bofetada monumental:
«Álvaro lo sabía todo». Sabía de la isla, de Emiliano, de su compromiso… y lo había mantenido en secreto, representando una farsa de tres años para ocultarlo.
—¿Y esa actitud? —exclamó Carmen, llena de ansiedad y rabia—. ¡Tu abuelo y yo estamos exhaustos, sin parar de interceder por ti! ¡Y Álvaro hasta cree que solo te defendemos a ti y no lo queremos a él!
Gabriela pestañeó con leve temblor