Cuando salió del hospital, su pierna se había recuperado casi por completo.
Solo la parte con costras de su palma no se había caído. Se veía un poco feo.
Cuando llegó a casa, los cuatro niños la rodearon al instante.
Para evitar que se sintieran celosos, los abrazó y besó a cada uno de ellos.
Mientras subía las escaleras hacia su habitación, notó que alguien la seguía. —¿Noa?
—Mami, hay algo que quiero decirte—. Noa frunció el ceño. —Se trata de las imágenes del mercado negro…—
Olivia se arrodilló y frunció el ceño. —¿Qué pasa con las imágenes de vigilancia?—
—Mami, el servidor del mercado negro está bien escondido y es complicado de hackear. Pasé mucho tiempo y pirateé con éxito su sistema de vigilancia. Descubrí que algo faltaba en la vigilancia ese día. Esa fue la parte que me pediste que borrara.
Los puños de Noa se apretaron con fuerza cuando lo mencionó.
Había puesto su sangre y sudor para hackearlo. Sin embargo, su esfuerzo resultó ser en vano.
—¿Quieres decir que no lo grabaro