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El viaje en coche se fue alargando cada vez más. Yo miré a Hayden, quien estaba concentrado en el camino. Luego, miré la hora, y eran las tres de la madrugada. Me removí en el asiento, ya que estaba algo incómoda, teníamos varias horas en carretera.

— ¿A dónde vamos? — le pregunté por enésima vez.

Hayden no me miró, solo se encogió de hombros. Quería golpearlo con mi zapato, pero ni eso me había permitido traer.

— Al fin del mundo — me contestó con una sonrisa.

Hice una mueca de disgusto, pero me sentía muy somnolienta como para empezar una discusión con él, así que hice silencio.

— Te va a encantar el lugar, estaremos solos los dos. Ya me he encargado de todo, así que no te preocupes — me dijo.

Asentí con la cabeza lentamente.

— Más te vale, porque esto que me hiciste no te lo voy a perdonar tan fácil. ¿Cómo pudiste sacarme de casa sin zapatos y en pijama? — lo regañé.

Hayden volteó a verme y empezó a reír. Yo miré a otro lado para que no viera que también estaba sonriendo; de las co
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