Caminé por las calles buscando algún bar donde embriagarme; tal vez de esa manera me dolería menos la traición de Kat. Quería borrarla de mi mente, olvidar lo que sentía. Entré al primer bar que vi y fui a la barra. Me senté allí y pedí un trago, lo bebí apenas me lo entregaron, así que pedí uno más.
— Solo existen dos tipos de personas que beben de esa manera, los que han perdido a un familiar o, a los que les han roto el corazón — me dijo una voz femenina.
Levanté la vista y era una chica la que estaba atendiendo la barra.
— La segunda — le contesté.
Ella me dio otro, y yo volví a beberlo de un trago.
— No vale la pena, mañana te sentirás peor — me dijo.
— Pero como mi trabajo es vender alcohol — continuó y llenó mi vaso con más alcohol.
Me reí por su comentario.
— Deben venir muchas personas con el corazón roto a este lugar — le dije.
Ella asintió con la cabeza.
— Por eso me encanta San Valentín — me dijo.
Me reí un poco más y la miré más detenidamente. Tenía el cabello pintado de