Dante estaba completamente perdido en ella y su cercanía.
Por un segundo, se olvidó hasta de respirar.
De nuevo, la trasparencia de su mirada, la intensidad de sus emociones y la honestidad en su agradecimiento, lo abrumaron.
Como hipnotizado por los labios entreabiertos de la mujer, acarició con suavidad el contorno de su mejilla y ella parpadeó un par de veces.
- Lamento interrumpirlos, pero el doctor Domoniccie nos espera - Carlos carraspeó – Espero su orden, Señor.
Dante sintió la boca seca. Quería besarla, pero ella se alejó rápidamente, acomodándose en su lugar.
A regañadientes, asintió con la cabeza en dirección a Carlos y el auto se puso en marcha.
Lara se acomodó el cabello y alisó su camisa.
En cuestión de minutos llegaron al complejo de departamentos en que Dante se alojaba.
Con la luz del día y una mente más alerta que en su descompostura anterior, Lara se dio cuenta de inmediato que no era el mismo lugar del que había salido antes.
Dante y Carlos se separaron en el estaci