—¡No!
La madre de Leandro gritó desesperadamente.
Se acercó y le dio una fuerte bofetada a Luis.
Le quitó el cuchillo y lo abrazó fuertemente contra su pecho, llorando amargamente:
—¡Si Leandro estuviera aquí, no permitiría esto! Leandro era una persona buena y noble, nunca exigiría que alguien se cortara tres dedos... ¡Mi hijo no lo haría! Él solo cuidaría desde el cielo a su hija, a mi nieta, protegiéndola para que crezca sana y salva.
—Cortar sus tres dedos, ¿de qué sirve?
—Leandro no volverá a la vida.
—Y mi nieta tampoco se salvará.
...
La madre de Leandro se arrodilló en el suelo, llorando desconsoladamente:
—¡Se los ruego, por favor! Háganse la prueba de compatibilidad para Alegría. Aunque sea por Leandro, denle una oportunidad a su hija. Mi esposo y yo ya estamos viejos, ¿qué rencores no podemos dejar atrás? Hay que mirar hacia adelante.
Se inclinaba repetidamente ante los presentes.
Ella había perdido a su hijo en su vejez, y su salud ya estaba deteriorada. En la brisa primave