El doctor, al escuchar esto, dijo seriamente: —Si no son familiares, la posibilidad de una compatibilidad es prácticamente nula.
—¡Hagamos la prueba de todas formas!
Luis miró a Dulcinea.
—Yo también me haré la prueba —murmuró Dulcinea.
Gael y su esposa también se ofrecieron a hacerlo. Aunque Alegría no era de la sangre de la familia Astorga, Dulcinea la consideraba su hija, y para ellos, eso la hacía parte de la familia.
Incluso don Marlon y Frank se sometieron a la prueba.
Los resultados de la compatibilidad tardarían tres días.
El médico les advirtió que la condición de Alegría no podía esperar, y aunque las posibilidades eran mínimas, les aconsejó ir de inmediato a Ciudad BA y buscar a los parientes directos de la niña para realizar las pruebas de compatibilidad.
Al caer la noche,
La lluvia no cesaba.
Dulcinea estaba junto a la ventana de la habitación del hospital, mirando cómo las hojas amarillas de los plátanos se empapaban con la lluvia... El vidrio frente a ella se empañaba y,